Aunque se nos anima a mantener una perspectiva optimista, puede ser difícil encontrar aspectos positivos en la lucha por el clima, especialmente ante las recientes catástrofes climáticas. No obstante, es esencial reconocer los avances –sin caer en ilusiones infundadas–, ya que estos logros nos brindan esperanza y motivación para seguir. En este artículo, exploramos algunas buenas noticias del último año en el ámbito del cambio climático, que demuestran que, a pesar de los desafíos, aún hay razones para el optimismo y para continuar trabajando hacia un futuro más sostenible.
La primera buena noticia es que las energías renovables están ganando terreno como alternativa a los combustibles fósiles. Aunque todavía queda un largo camino para alcanzar el objetivo ideal, los últimos años han visto un avance notable, con cifras récord alcanzadas en 2024. Por ejemplo, en mayo de este año, China logró un hito al generar el 44% de su electricidad a partir de fuentes renovables, lo que redujo la cuota de carbón a un mínimo histórico del 53%, incluso con el aumento continuo de la demanda energética. Otro ejemplo destacable es la expansión de la energía eólica marina en el Reino Unido, y la gran inversión en hidrógeno verde por parte de regiones como Alemania o Egipto.
Por otro lado, por fin, el foco ha recaído en la principal responsable de la contaminación y las emisiones: la industria. Aunque en los últimos años ha habido controversias sobre el compromiso de algunos sectores y el uso de estrategias de greenwashing por parte de otros, ahora algunas instituciones internacionales están comenzando a abordar el problema de manera seria.
Un ejemplo es el nuevo Green Deal Industrial Plan de la Comisión Europea, aprobado en junio de 2024. Este tiene como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030 e incluye incentivos para que los países miembros adopten tecnologías limpias y aumenten su inversión en infraestructura verde. Asimismo, más allá de Europa hemos visto un auge en políticas climáticas ambiciosas para sectores industriales o productivos, como el nuevo Green New Deal de Estados Unidos o el impuesto al carbono en Canadá.
Este año, China logró un hito al generar el 44% de su electricidad a partir de fuentes renovables
Además, la innovación climática está avanzando a gran ritmo, con el surgimiento reciente de numerosas soluciones sostenibles, que se basan en la naturaleza o utilizan recursos inagotables. En Australia, la adopción de la agricultura regenerativa está mejorando la salud del suelo y capturando carbono. En Finlandia se han introducido materiales de construcción sostenibles, como la madera laminada cruzada (CLT), que reducen la huella de carbono. Y en Islandia la planta de captura directa de aire de Climeworks está extrayendo CO2 de la atmósfera y almacenándolo de forma mineral.
Además, tecnologías emergentes como las baterías de flujo, que ofrecen almacenamiento eficiente de energía renovable, y los biocombustibles de algas, que capturan grandes cantidades de CO2, están avanzando rápidamente. También, la restauración de manglares y la agrosilvicultura están ayudando a secuestrar carbono y mejorar la salud de los ecosistemas. Por otro lado, el biocarbón, producido a partir de biomasa, está siendo utilizado para mejorar la fertilidad del suelo y capturar carbono a largo plazo.
La cuarta buena noticia es que se están logrando avances significativos en la adaptación al cambio climático en diferentes regiones del mundo. Por ejemplo, en Bangladesh, un sistema de alerta temprana está reduciendo los riesgos de desastres naturales como inundaciones y ciclones. Países Bajos ha desarrollado infraestructuras resistentes al aumento del nivel del mar, incluyendo diques y la elevación de terrenos. Australia, por su parte, está mejorando la gestión de los recursos hídricos para enfrentar eventos climáticos extremos y la escasez de agua.
Nuevas técnicas de comprensión del cambio climático, como la modelización climática de alta resolución, están proporcionando proyecciones más detalladas sobre los impactos regionales. Los satélites y sistemas de observación de la Tierra también están ofreciendo datos esenciales para monitorear el cambio climático y evaluar las medidas de mitigación y adaptación.
Finalmente, a pesar de las dificultades que han enfrentado en los últimos años, ha habido avances en la protección de bosques y ecosistemas naturales. Se ha lanzado una ambiciosa iniciativa global que busca proteger y restaurar bosques tropicales críticos como los de la Amazonía, el Congo y el Sudeste Asiático, con un notable compromiso de financiamiento para detener la deforestación y fomentar la reforestación. En Brasil, una nueva legislación refuerza la protección de sus bosques tropicales, imponiendo medidas estrictas contra la deforestación ilegal. En Indonesia, se ha puesto en marcha un vasto programa de reforestación destinado a restaurar millones de hectáreas de bosques degradados. Y en distintos países africanos, como la República Democrática del Congo, se han creado nuevas áreas protegidas y corredores ecológicos para preservar la biodiversidad forestal.
Además, las innovaciones en tecnología de monitoreo, como el uso de satélites y drones, están mejorando la detección y respuesta a la deforestación y actividades ilegales. Estos esfuerzos subrayan un creciente compromiso global y local para proteger los bosques, cruciales para mitigar el calentamiento global y conservar la biodiversidad.
Tomado de Ethic.es
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