Colaboraciones
Jorge Pech Casanova
Preguntad por el gran libertador ahora
y lo hallaréis en Gaza ciego y en la noria con esclavos,
en cadenas él mismo bajo yugo filisteo;
y aun así, no pongáis en duda
la predicción divina; que si todo vaticinio
se hubiese consumado por mi propia falta,
¿a quién me quejaré sino a mí mismo?
Samson Agonistes, John Milton
El 7 de octubre el grupo Hamás atacó por sorpresa un festival en el que se congregaron a escuchar un concierto miles de jóvenes israelitas. Un grupo de cincuenta tiradores abrió fuego y mató a más de 260 personas. Luego, tomaron rehenes entre los sobrevivientes. El ataque desató una guerra en la que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha prometido convertir Gaza —la capital palestina— en “una ciudad en ruinas”. Por su parte, el ministro de defensa Yoav Gallant ordenó “un asedio completo de la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible, todo está cerrado”.
Nuevamente una acción criminal islámica genera una guerra brutal en la que las personas pacíficas de uno y otro bando están en riesgo. Los enfrentamientos entre árabes e israelíes no cesan desde que en 1967 Israel ocupó el territorio palestino de la franja de Gaza, y aunque los hebreos abandonaron ese terreno en 2005, la comunidad internacional sigue considerándolo ocupado por el bloqueo militar que mantienen Egipto e Israel.
Ahora Hamás, la agrupación bélica palestina que ocho naciones del mundo consideran terrorista, ha exterminado a más de 260 personas inermes en su acción sorpresiva, y secuestró a más de cien rehenes, incluidos una ciudadana y un ciudadano de México. Además, otras 21 personas, todas procedentes del estado de Campeche, así como seis gimnastas mexicanas, quedaron atrapadas en Israel a causa de la guerra.
Los secuestradores han advertido que matarán a rehenes en represalia por los ataques israelíes a Gaza, que ya han causado más de 500 víctimas mortales y cerca de tres mil personas heridas entre los palestinos que viven en esa ciudad.
Ante esa crueldad de ambos bandos, es prudente que el gobierno mexicano haya evitado exacerbar la violencia de Hamás, dado que pudo poner en riesgo la vida de al menos tres connacionales que estaban desaparecidos tras los ataques. Un joven de padre mexicano ha sido localizado, pero las otras dos personas continúan sin aparecer, posiblemente en manos de los partidarios de Hamás.
Establecer un puente aéreo humanitario para rescatar a ciudadanas y ciudadanos mexicanos en Israel es otra medida sensata y necesaria del gobierno. Mientras nuestros connacionales continúen atrapados en la nación en guerra, todos los esfuerzos posibles deben hacerse para devolverlos a nuestro país a salvo, e inclusive sería muy saludable que las personas de nacionalidad mexicana que se han establecido en Israel sean apoyadas para resguardarse en México temporalmente, junto con sus familiares israelíes, en lo que dura el nuevo conflicto bélico.
La Secretaría de Relaciones Exteriores informa que alrededor de 300 mexicanos residen en Israel. La mayoría son personas que merecen apoyo humanitario, aunque hay también individuos que han escapado de la justicia de nuestro país huyendo a la nación hoy en guerra, como el ex policía torturador Tomás Zerón y el depredador sexual Andrés Roemer. ¿Qué pasará con estos delincuentes? ¿Preferirán arriesgarse a morir o se sumirán en un refugio antibombas para escapar una vez más a todo riesgo?
Israel es un país donde todas las familias están obligadas por ley a contar en sus hogares con un refugio contra bombardeos, me cuenta una amistad cuya hija reside en ese país. Eso dice mucho de la terrible situación que sostiene el pueblo israelí debido a su interminable guerra contra los palestinos y otros pueblos árabes. La continua amenaza de guerra es una condición que el pueblo hebreo ha de sobrellevar, quizá en mejores condiciones que sus vecinos y enemigos palestinos, pero no es un consuelo que unos refugios sean mejores que otros.
Mientras se aclara el destino de las personas secuestradas por Hamás en Israel, lo prudente en México es pedir por la paz y el cese de combates en la franja de Gaza. Al día siguiente al ataque, un grupo de oportunistas opositores al gobierno mexicano no halló mejor cosa que hacer que condenar a Hamás, sin importarles poner en riesgo con sus declaraciones a los rehenes que tienen nacionalidad mexicana. Al mismo tiempo, urgían a la presidencia de la república a sumarse a los partidarios de Israel, sin pensar en los rehenes de nacionalidad mexicana en poder de los islamistas.
En una eventualidad tan inestable y explosiva como la del atentado terrorista contra el festival israelí, que al parecer fue propiciada por un sospechoso descuido en la política defensiva del régimen de Netanyahu, y ante las promesas genocidas de este halcón, sólo cabe pedir por la paz.
Mientras nuestros connacionales corran peligro en el país bajo fuego, lo mejor es rogar porque nada peor les suceda. Y demandar el fin de la guerra que se reactiva ahora con retorcida violencia, justo cuando se ha cumplido medio siglo de la polémica guerra del Yom Kippur. Son días apocalípticos, en que hasta las palabras imprudentes pueden resultar letales.
Tomado de https://morfemacero.com/
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