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A solo una hora y media de la Ciudad de México, donde el aire es puro y el sonido del tráfico se transforma en el rumor de la naturaleza, se encuentra un destino ideal para una escapada. Hablamos de la Cascada de los Diamantes, una imponente caída de agua que nace del deshielo del Iztaccíhuatl.
Ubicada a los pies del volcán, esta maravilla natural es el plan ideal para quienes buscan una dosis de aventura y la oportunidad de desconectar, sin tener que viajar muy lejos. Prepárate para una caminata que te llevará a uno de los paisajes más espectaculares del Estado de México.
Un secreto de agua bien guardado en el Estado de México
La Cascada de los Diamantes es un rincón natural dentro del Parque Ecoturístico Dos Aguas, en el municipio de Tlalmanalco. Este parque, que toma su nombre de la unión de dos ríos que descienden de la «Mujer Dormida», es un santuario vivo de flora y fauna local. El camino hacia la cascada es una aventura en sí misma, con caminos bien señalizados que te llevan a través de un denso bosque de pinos y oyameles. La experiencia es ideal para los que disfrutan del senderismo y de sentir la frescura del bosque.
Ubicación y cómo llegar a la Cascada de los Diamantes
Llegar a este paraíso natural es más fácil de lo que parece. El punto de partida es el Parque Ecoturístico Dos Aguas. Desde la Ciudad de México, la ruta más eficiente es tomar la Calzada Ignacio Zaragoza y después la autopista México-Puebla (150D) con dirección a Puebla. Al llegar a la zona de Chalco, hay que tomar la desviación hacia Tlalmanalco. Una vez en el pueblo, los letreros te guiarán hacia el parque.
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Una vez en el parque, el recorrido a pie hasta la cascada es de aproximadamente 5 kilómetros de subida, lo que toma alrededor de dos horas, dependiendo del ritmo. Aunque el camino tiene tramos que requieren escalar rocas con la ayuda de cuerdas, es apto para personas con una condición física de nivel intermedio. La ruta está bien marcada y la recompensa al final vale cada paso. Se recomienda llevar ropa cómoda, calzado antiderrapante, agua y algo de comida.
La Cascada de los Diamantes se mide en altura y se ve en brillo
Al llegar a tu destino, el rugido del agua te anuncia que has logrado el objetivo. La Cascada de los Diamantes mide alrededor de 110 metros de altura. El nombre de la cascada es una metáfora visual, pues las rocas que la rodean, al ser golpeadas por el agua, brillan como si estuvieran llenas de pequeños diamantes. El rocío y la brisa que emana de la imponente caída son un respiro del aire de la ciudad. El agua es notablemente fría y cristalina, pues se forma a partir del deshielo del Iztaccíhuatl.
El fenómeno de la cascada congelada
Una de las características más fascinantes de esta cascada es que, en la temporada invernal, con las temperaturas más bajas, es posible verla parcialmente congelada. Este fenómeno transforma el panorama, cubriendo las rocas con capas de hielo que le dan un aspecto de cuento de hadas. Es un espectáculo único y poco común, que atrae a fotógrafos y aventureros que buscan capturar la belleza de la naturaleza en su estado más gélido
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–>Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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