Carlos Prieto aboga por la conservación las lenguas indígenas

Hay lenguas en nuestro país que irremediablemente están condenadas a la extinción, reconoce el celebrado violonchelista y académico en el contexto de la lectura estatutaria del su ensayo “Cinco mil años de palabras”; televisión, radio y cine son vehículos fundamentales para...

Como parte del ciclo Lecturas estatutarias que organiza la Academia Mexicana de la Lengua, la tarde del pasado jueves, el celebrado violonchelista y académico Carlos Prieto Jacqué, también miembro de número de la AML, leyó el ensayo “Cinco mil años de palabras”.

Por disposición estatutaria, los miembros numerarios de la AML tienen la obligación de ofrecer periódicamente una lectura de su autoría, una exposición, una charla o una conferencia en las sesiones plenarias de la corporación que se llevan a cabo quincenalmente.

En dicho texto, publicado originalmente en 2005 y prologado por Carlos Fuentes, pero con sendas actualizaciones en sus varias reediciones hasta la más reciente, de 2018, Prieto hace una revisión histórica y geográfica del acontecer de las lenguas del mundo, desde las primeras lenguas hablabas por la humanidad, hasta su diversificación global, tanto así que en el siglo XVI, fundamenta en el ensayo, el mundo disponía de alrededor de 15,000 lenguas.

Pero fue a partir de ese punto que comenzaron a decrecer con las guerras, las conquistas de territorios y los colonialismos principalmente desde Europa, hasta llegar a nuestros tiempos, que solamente se hablan alrededor de 7,000 lenguas en todo el orbe, y la cuenta sigue descendiendo. Con este precepto, el académico aborda en su texto la situación del español en nuestros tiempos y la condena de muchas otras lenguas a la desaparición.

A propósito de esta lectura, El Economista conversó con Carlos Prieto Jacqué sobre el ensayo en cuestión y los dilemas de nuestra lengua y la diversidad de lenguas que componen nuestra nación pluricultural.

Hay lenguas vivas, pero condenadas a desaparecer

“México es un país riquísimo en lenguas indígenas. Conviene luchar por conservarlas. Hay algunas de ellas como el náhuatl, el maya y algunas otras que gozan de cabal salud, pero hay muchas otras que son habladas por 100 personas o menos. Esas lenguas están condenadas a la extinción. Incluso las habladas por menos de 1,000 personas son muy difíciles de conservar”, opina Prieto.

“En otras que son habladas por más de 1,000 hablantes, vale la pena el esfuerzo para evitar que desaparezcan. Pero es una lucha difícil, porque las lenguas más habladas se van imponiendo. Es el caso de lo que sucede con el inglés o el español mismo, que ha dio conquistando terrenos y provocando el desvanecimiento de otras lenguas”.

¿Qué tipo de esfuerzos podemos hacer?

El ganador de la Medalla Mozart en 1995 y de la Orden de las Artes y las Letras del gobierno francés en 1999 considera que la radio, la televisión y el cine son vehículos fundamentales de difusión de lo que se habla y cómo se habla en un país. Pero también los señala como factores que ponen en desventaja a gran parte de las lenguas del país, puesto que, argumenta, salvo muy contadas excepciones, no hay medios en los que se hable alguna de las 68 lenguas vivas del territorio mexicano, además del español.

“Por cuestiones de conciertos he recorrido absolutamente todos los estados de México y en todos ellos me ha interesado mucho escuchar las estaciones de radio. Muy rara vez he escuchado estaciones difundiendo programas en las lenguas habladas en sus regiones”.

El entrevistado no responsabiliza del todo al Estado por la condena de muchas de nuestras lenguas. Explica: “el que las lenguas más habladas se vayan imponiendo es un fenómeno natural. Es difícil luchar para que las lenguas muy minoritarias no desaparezcan. No es culpa de nadie, es culpa de la evolución del ser humano”, opina. No obstante, indica que no solo el Estado federal sino los gobiernos de las entidades están obligados a interceder para evitar que aquellas lenguas cuyos hablantes aún se cuentan por miles se vayan contando por cientos y después por decenas, hasta un punto de no retorno.

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