En México, el cambio climático se ha convertido en una amenaza creciente para la seguridad nacional, debido a sus impactos en los ecosistemas y el medio ambiente. Esto, a su vez, afecta la estabilidad del país, la gobernanza y el bienestar social, advirtieron varios especialistas en medio ambiente y recursos naturales, durante el foro legislativo “Clima, Bosques y Seguridad Nacional”.
Durante el encuentro, los expertos señalaron la urgencia de actualizar la Ley General de Cambio Climático y la Ley General de Desarrollo Forestal para reconocer al cambio climático como un asunto de seguridad nacional. En el primer caso, se busca incorporar esta noción en el marco normativo y garantizar mayores recursos para enfrentar los daños que provocarán futuros fenómenos como huracanes, incendios forestales, sequías, plagas o el aumento del nivel del mar.
En cuanto a la Ley de Desarrollo Forestal, la propuesta busca combatir la tala ilegal, promover el aprovechamiento forestal e implementar acciones para la reforestación y la preservación de suelos.
De acuerdo con el presidente de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados, Luis Arturo Oliver Cen, se contempla que la iniciativa para incluir la noción de seguridad nacional en la Ley General de Cambio Climático quede lista para el próximo periodo de sesiones. De igual manera, se pretende ajustar esta perspectiva dentro de la Ley de Seguridad Nacional para integrar medidas específicas que respondan a esta amenaza.
También, el director de la asociación civil Política y Legislación Ambiental (Polea), Andrés Ávila Akerberg, destacó la necesidad de reformar el marco legal, al advertir que la seguridad ambiental y climática puede poner en riesgo la integridad de los ecosistemas.
Y, aunque admitió que el cambio climático no siempre se clasifica como un asunto de seguridad nacional –pues no afecta de forma directa pilares como territorio, población, soberanía o instituciones–, subrayó que tiene el potencial de convertirse en una amenaza grave para estos elementos.
“El cambio climático sí es un tema de seguridad nacional, porque lo más evidente es la integridad territorial: cuando aumenta el nivel del mar o se da el deshielo de los polos, un Estado puede desaparecer. El cambio climático tiene ese potencial. Entonces, si no tenemos territorio, no somos nada. Y no es un riesgo ante el que uno se pueda defender con helicópteros o armamento; es un desafío que exige otras estrategias como la adaptación y la prevención”.
Con ello, el investigador Ávila advirtió que la crisis climática puede intensificar tensiones geopolíticas, tanto entre países con diferentes niveles de desarrollo como entre naciones con condiciones similares. “Surgen fricciones cuando una nación percibe que otra no está actuando con responsabilidad. Esto es evidente en la falta de continuidad de las políticas climáticas de Estados Unidos, donde la postura oficial cambia drásticamente con cada administración; y las tensiones geopolíticas por recursos limitados, también pueden derivar en conflictos”.
Y agregó que la competencia por recursos esenciales como agua, alimentos, tierras fértiles o minerales estratégicos se intensificará, lo que puede detonar disputas internas y conflictos bélicos entre países. “Las disputas por recursos esenciales pueden desencadenar disputas regionales, tensiones diplomáticas e incluso escaladas militares. Y la presión sobre los gobiernos para responder a fenómenos como desastres naturales, migraciones masivas o crisis de abastecimiento podría poner a prueba la capacidad de respuesta de los Estados”.
En este sentido, la coordinadora general de adaptación y ecología del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), Celia Piguerón, resaltó la urgencia de actuar. “En México, adaptarse al cambio climático es una prioridad urgente porque debido a su posición geográfica y a sus condiciones territoriales, experimentamos un calentamiento más rápido y severo que el promedio de otras regiones. Estamos hablando de uno o dos grados, que a lo mejor no nos suenan a mucho pero este incremento en la temperatura tiene impactos profundos en los ecosistemas, agricultura, agua, salud y vida cotidiana”.
Y aseguró que los efectos ya son visibles en varias regiones. Como ejemplo, mencionó a la primera comunidad desplazada por causas climáticas, ubicada en Tabasco, la cual fue obligada a reubicarse debido al aumento en el nivel del mar. Igualmente, recordó los estragos del huracán Otis, “que nos volvió a poner sobre la mesa la urgencia de atender el cambio climático por lo impactante que fue y por lo devastador”.
De acuerdo con las cifras presentadas por los expertos, entre 1970 y 2019, los fenómenos hidrológicos, meteorológicos y climáticos provocaron el 50 por ciento de los desastres registrados a nivel mundial; el 45 por ciento de las muertes notificadas; y del 74 por ciento de las pérdidas económicas declaradas.
En el caso de México, esta tendencia se refleja en el impacto económico de los fenómenos naturales, ya que representó un gasto de 533 mil millones de pesos entre 2000 y 2018.
Tan sólo el huracán Otis dejó daños estimados en más de 2 mil 125 millones de dólares, mientras que el fenómeno “Erick” podría superar los 205 millones de dólares. Esto confirma la magnitud del desafío y la necesidad de fortalecer la prevención ante riesgos naturales.
A nivel global, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que los fenómenos climáticos golpean con más fuerza a los países en desarrollo, pues más del 91 por ciento de las muertes por desastres naturales se concentró en estas regiones. Entre 2010 y 2020, la mortalidad causada por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor que en los países desarrollados.
De continuar esta tendencia, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) señaló que para 2030 el cambio climático podría empujar a 130 millones de personas a la pobreza, lo que acentuará la desigualdad. En la misma línea, el Banco Mundial (BM) alertó que, de no tomarse medidas urgentes, la crisis climática podría provocar el desplazamiento interno de más de 216 millones de personas para 2050; principalmente en las regiones de África Subsahariana, Asia Oriental y el Pacífico, Asia Meridional, Norte de Asia, América Latina, Europa y Asia Central.
Ante este panorama, el investigador Ávila puntualizó que el aumento de la pobreza derivada del cambio climático podría estar relacionado con mayores conflictos sociales. “En 2022, se registró un aumento de la temperatura a nivel global, situación que se sintió con fuerza en el país y que, lamentablemente, se ha convertido en una tendencia: cada año suele ser más cálido que el anterior. Ese mismo año, hubo un paralelismo, que bueno buscándole se reportó uno de los mayores números de conflictos violentos en distintas regiones del mundo, lo que muestra posibles vínculos entre el cambio climático y la conflictividad. Seguramente se pueden contar con algunas relaciones”.
El director del Servicio Meteorológico de la Fuerza Aérea Mexicana de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa), general brigadista meteorólogo Juan José Alarcón, indicó que en el país se han intensificado diversas acciones estratégicas para enfrentar la crisis climática.
Entre ellas, destacó la Estrategia Nacional de Cambio Climático, que traza la ruta para reducir en un 35 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030; el Plan Nacional de Energía, que impulsa la transición hacia energías limpias y fomenta la inversión pública y privada en infraestructura energética sostenible; y el Plan Nacional Hídrico, que está enfocado en la gestión sostenible del agua ante escenarios de sequías y estrés hídrico, a partir de la modernización de infraestructura hidráulica y la protección de cuencas.
“Actualmente, el cambio climático se ha convertido en un desafío estratégico para la seguridad nacional por muchas razones; siendo entre otras las siguientes:
impactos en la seguridad nacional; […] migración; conflictos sociales; aumento de eventos climáticos extremos que ha provocado desplazamientos forzados; daños en infraestructura estratégica y defensa, debido a que las fuerzas armadas deben adaptarse a nuevas misiones para llevar a cabo la pronta respuesta ante desastres naturales; […] y por otra parte los eventos climáticos extremos pueden dañar centros de datos; torres de telecomunicaciones y redes eléctricas. Si estos sistemas fallan, puede haber caos en la respuesta de emergencia afectando la seguridad pública”, sostuvo el general brigadista meteorólogo.
Sin embargo, reconoció que hasta ahora el poder legislativo, en coordinación con el gobierno federal, ha comenzado a integrar de forma explícita el cambio climático dentro de la agenda de seguridad nacional, con el fin de fortalecer la coordinación y la capacidad de reacción frente a estos riesgos crecientes.
Ya que, en años recientes, los fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, sequías, incendios forestales e inundaciones han aumentado en frecuencia e intensidad, lo que ha causado daños a la infraestructura crítica que ponen en riesgo la estabilidad del país.
En este sentido, la doctora Celia Piguerón comentó que, actualmente, México carece de una estrategia clara, sistemática y bien articulada para definir medidas que prevengan y reduzcan los riesgos asociados al impacto climático.
Por ello, enfatizó la urgencia de que todos los sectores y niveles de gobierno participen en su diseño y aplicación. “Por supuesto, las entidades federativas han avanzado muchísimo; hay estados vanguardistas que ya cuentan con sus leyes, comisiones estatales y estrategias, y la verdad es muy importante que también a nivel estatal tengan los instrumentos”.
La coordinadora del componente de adaptación para la actualización de la NDC en la Dirección General de Políticas para la Acción Climática de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Ambientales (Semarnat), Mariana Méndez Mora, dijo que la megadiversidad de México es, paradójicamente, uno de los factores que más lo expone a los impactos del cambio climático.
En este contexto, explicó que para 2030 se prevé que más del 60 por ciento del territorio nacional enfrentará niveles severos de estrés hídrico. Tan sólo en el año pasado, el 83 por ciento del país sufrió sequías extremas, mientras que los incendios forestales aumentaron un 30 por ciento en municipios que, además, están bajo la influencia del crimen organizado. “El cambio climático ya crea focos de inestabilidad en el país. A mayor eventos extremos y mayor escasez de recursos va a haber mayores conflictos”.
Y mencionó que cada año el país pierde más de 250 mil hectáreas de bosques, lo que incrementa la vulnerabilidad del territorio y reduce su capacidad de captura de carbono. “El crimen organizado se ha infiltrado en las actividades forestales ilegales y ha generado un nexo entre la deforestación, la violencia y la debilidad del Estado”.
Con ello, Méndez Mora afirmó que, mientras menos bosques existan, menor será la capacidad de capturar carbono y mayor será el riesgo para la población. “El cambio climático ya no es una amenaza ambiental sino una crisis de seguridad nacional. Aunque nuestro país vecino del norte, Estados Unidos, desconozca o niegue la existencia del cambio climático, su Departamento de Defensa, así como la Organización de las Naciones Unidas, lo reconocen como un multiplicador de amenazas”.
Como ejemplo, mencionó el aumento de incendios forestales, la escasez de agua en metrópolis como Monterrey y la Ciudad de México; además los conflictos sociales y las migraciones internas. “El cambio climático ya no es un problema ambiental del futuro, sino una amenaza presente que afecta directamente la estabilidad, la gobernanza y la seguridad nacional, pues daña los ecosistemas y frena el desarrollo sostenible, poniendo en riesgo los intereses y objetivos del país”.
Tomado de https://contralinea.com.mx/feed/
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