Redacción Radio Sonora
Si la problemática de la brecha salarial fuera una materia de escuela, en México tendríamos casi dos décadas reprobando. En promedio, las mujeres en México ganan 15% menos que los varones, cifra que en el trabajo informal se alza hasta un 20%. El progreso en esta materia puede pormenorizarse, pero los pendientes no pueden pasar por alto.
En 20 años, el cambio se traduce en una disminución de 0.4 puntos porcentuales en la diferencia entre ingresos laborales. Las mujeres siguen percibiendo 85 pesos por cada 100 pesos que ganan los hombres, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano para la Competitividad.
De acuerdo con un análisis de México Cómo Vamos, la fuerza laboral femenina destina 35 horas semanales al trabajo remunerado, esto es 20% menos que lo invertido por los hombres. Pero en tareas de hogar y cuidados no remunerados la balanza no sólo se invierte, es desproporcionadamente inversa: ellas destinan 42 horas semanales a estas actividades, eso es 121% más que los varones.
Las brechas salariales por sexo se deben principalmente a que las mujeres dedican más horas a labores no remuneradas en el hogar, como el cuidado de niños y ancianos. Muchas trabajan en empleos informales que ofrecen flexibilidad, pero también las exponen a riesgos como despidos injustificados y menores ingresos, sin acceso a seguridad social. Además, es menos probable que accedan a posiciones de mando, debido a la falta de un sistema de cuidados universal, lo que amplía la brecha salarial, especialmente en el mercado informal y cuando hay niños en casa.
La tasa de informalidad laboral de las mujeres es de 54.9%, en el caso de la fuerza de trabajo masculina es de 53.8 por ciento. En el trabajo informal generalmente se perciben ingresos menores, lo que a su vez explicaría la brecha salarial de género.
Aunque hay estados donde el combate a la problemática se ha traducido en cifras más evidentes, como en Ciudad de México con 6.1%, San Luis Potosí con 6.4%, Chiapas con 8.7% y Veracruz con 9.6%, se puede generalizar la desatención para dimensionar la falta de políticas públicas en esta materia o condiciones estructurales más dignas para el desarrollo de las mujeres y las familias.
El impacto de acciones concretas como las llamadas cuotas de género en posiciones de liderazgo y mando es limitado. El fomento a la participación laboral y la permanencia en el empleo formal son dos factores a los que más se puede abonar desde la gestión de políticas públicas: sanciones por sueldos distintos en trabajos iguales, permisos de paternidad y maternidad, reformas a la igualdad salarial son algunas de las propuestas que en los Congresos están paradas.
Los esfuerzos del sector empresarial y político pueden transitar armónicamente en una misma dirección, puesto que la creación de un Sistema Nacional de Cuidados podría ser una acción que impacte directamente en la redistribución de la carga desproporcionada que tienen las mujeres. Basta una mirada a los datos: la fuerza laboral femenina dedica 35 horas semanales al trabajo remunerado, 20% menos que lo invertido por varones. Sin embargo, en tareas del hogar y cuidados no remunerados, la balanza se invierte de tal manera que las mujeres destinan 42 horas a la semana, un 121% mas que los hombres.
Tomado de http://radiosonora.com.mx/feed
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