El día de la vieja consiste en la quema de viejas, unas muñecas que se hacen con cañas y papel. A veces, las rellenan de petardos. Hay otros sitios donde las llenan de golosinas, entonces no la queman, las parten tirándoles piedras. Aquí, entre lapidación y cremación, como Brassens, eligen la hoguera. Suena un poco mal, claro, así que preguntamos con cierto temor: ¿pero de dónde viene esto? Pensaba en “La lotería”, el cuento de Shirley Jackson, todo el rato. Es la fiesta que parte la cuaresma, una especie de descanso o algo así, y se come hornazo. En Aragón hay algo un poco parecido, pero sin la vieja: el último jueves antes de la cuaresma se va a comer al campo, en la versión urbanita, les dan un bocadillo de longaniza a los niños a la hora del recreo.
Acudí al cole a ayudar a hacer viejas en cada una de las clases de mis tres hijos, acudimos también a la quema de viejas en la playa: hacía viento y por un momento temimos que alguna chispa saltara hasta el chiringuito. Si un extraterrestre hubiese llegado en ese momento, habría distinguido de un vistazo a los autóctonos de los asimilados: los segundos éramos los que íbamos armados de cámaras de vídeo, foto o el teléfono móvil en posición horizontal; los autóctonos estaban relajados, comentando las muñecas, etc. Unas semanas antes, la clase de mi hija pequeña había salido a plantar nardos a la misma playa y algunos padres acudimos a echar una mano a la profe. Ahora eran todos los niños del cole los que hacían ese mismo camino, agrupados por clases, desbordantes de emociones: la salida, la quema, la vieja, el puente que comenzaba esa misma tarde…
La fiesta fiesta era al día siguiente, en la playa, cada familia con su vieja, me lo imaginaba un poco como unas minifallas en versión popular. Nosotros los íbamos a perder porque viajábamos a Zaragoza. El plan era llegar a la hora de comer, esa tarde yo tenía ensayos para el bolo que hacía al día siguiente en Burgos. Barreiros se quedaría con los niños en Zaragoza y nos juntaríamos todos mis hermanos el sábado en casa de mis padres.
Los ensayos fueron sorprendentemente bien: ante mi sorpresa y la de mis compañeros, porque llevábamos un año sin hacer el show y solo lo habíamos hecho una vez. Hasta las canciones en las que solía entrar un poco insegura me salieron, creo que hasta los gatos del guitarrista –ensayábamos en su casa– estaban sorprendidos. Uno de los gatos es ciego, pero ninguno es sordo. Esa noche dormí tranquila.
Fui a correr por la ribera y descubrí parques desconocidos, pensé qué buen lugar para hacer un cumpleaños, o un concierto o tumbarse a leer. Dejé a los niños dibujando en pijama sobre los restos del desayuno –qué afición por llenar los folios de leche y migas– y fui a hacer un par de recados antes de salir hacia Burgos. Aunque salimos a la hora prevista, por algún motivo que no logramos comprender llegamos con el tiempo justo para la prueba, que aprovechamos para hacer un segundo pase de todas las canciones, más un par que no habíamos hecho el día de antes. Mis compañeros se fueron a picar algo antes del bolo y yo me quedé en el hotel –¿vuestras habitaciones también tienen un salón con sofá cama?, nos preguntó el teclista– haciendo lo que más me gusta de los hoteles: darme una ducha. También aproveché para reordenar la escaleta del show y ponerme una horquilla para sujetar mi voluntad y mi tupé.
A pesar de los tres gintonics en un bar de los que ya no quedan, no tenía nada de resaca. El viaje de vuelta se me hizo cortísimo, como se me hacen cortos los ratos siempre cuando estoy a gusto. Me despedí de mi compinche entre risas: me dejaba en Garrapinillos con el teléfono sin batería y en mitad de una ventolera. Mi madre apareció cinco minutos después, en casa la comida estaba casi lista.
Al día siguiente, la novia de mi hermano les cortó las puntas a mis hijas y el pelo a mi novio. El pelo de mi novio iba cayendo al suelo y a mí me daba un poco de envidia el cambio de look. Estuve a punto de lanzarme a hacerme flequillo, pero me lo desaconsejaron. Salí del salón para que no tener tentaciones.
Tomado de https://letraslibres.com/
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