El segundo largometraje de la cineasta Coralie Fargeat ha dado mucho de que hablar. Desde su estreno en el pasado Festival de Cannes donde obtuvo el premio a mejor guion el filme ha ido ganando seguidores. Gracias a su terror corporal, la estética y las actuaciones de Demi Moore y Margaret Qualley.
La conjunción de la rareza, el asco, la belleza y las actuaciones han llevado al filme a entrar una discusión en algunos círculo. ¿Es esta la mejor película del año?
Aunque esto último es debatible, la realidad es que The Substance es el filme más raro y original del año. Hecho con mucha valentía, por parte de Fargeat y sobre todo de Demi Moore. Cuyo papel parece una proyección y una reflexión sobre la edad y la belleza. Y como la misma ha afectado su carrera y su vida personal. En un momento en que su edad se ha vuelto un obstáculo para continuar al frente de un elenco.
Hay que destacar que el filme ha acaparado titulares y llamado la atención de público gracias también a la intensa campaña que su distribuidor internacional, MUBI. Generando un interés poco visto a los filmes destinados a las salas de arte.
Una versión mejor y más joven
The Substance es una de esas películas que se disfrutan más entre menos sepamos de ella. Pero a grandes rasgos podemos decir que se centra en Elisabeth Sparkle (Demi Moore). Una celebridad que durante décadas ha tenido un programa de televisión de ejercicios. Al estilo de los videos de aerobics que lanzó la actriz Jane Fonda a principios de los ochenta.
Elisabeth es una leyenda del entretenimiento y ha creado conservado muy bien su aspecto. Sin embargo, el día de su cumpleaños 50, Harvey (Dennis Quaid), el director del canal decide despedirla, por ser muy vieja.
Tras un accidente en el hospital, Elisabeth recibe el dato sobre una droga experimental, que puede crear una versión más joven y mejor de ella. De esta surge Sue (Margaret Qualley) quien se alternará con Elisabeth cada siete días para reencontrarse con la juventud y el éxito.
Véase sin alimentos
Este filme reafirma un estilo visual que la directora francesa ya mostraba en su primera obra Revenge (2017) llena de contrastes. Pero llevando más allá el gore, el feminismo, la crítica social, la reflexión y la locura de su premisa.
En su forma recuerda a los filmes de explotación, combinada con ciencia ficción, gore y efectos prácticos. Con una estética que utiliza una paleta de colores vibrantes, combinados con colores saturados, para hacer un contraste entre lo erótico y el horror.
Pero su forma de reflejar asco va más allá de mostrar sangre o entrañas. Su crítica al patriarcado y su ideología feminista se vale de tomas que muestran lo repugnante de algunas conductas y personajes masculinos. Como Harvey (Weinsten, ¿tal vez?) que objetivizan a las mujeres.
El fotógrafo Benjamin Kracun realiza close ups de los personajes femeninos que recuerdan a una película erótica, en contra posición de otros que generan repele y asco al espectador. Con el complemento perfecto de la musicalización Raffertie, que muestra las vidas opuestas de glamur de Sue y la claustrofóbica vida de Elisabeth.
En sus momentos más absurdos las actuaciones de Moore y Qualley mantienen a flote la trama. Mientras ambas se pierden en su adicción el éxito y la necesidad de aun sentirse relevantes.
La interpretación valiente de Demi y Margaret
El filme por sus cualidades de película de terror corporal y ciencia ficción no es para todo público. Pero aun así no se puede negar la entrega y el extraordinario trabajo de sus actrices.
Por un lado, Margaret Qualley, quien hereda la belleza, talento y carisma de su madre, la actriz Andie MacDowell, no se hace menos ante un personaje que la sexualiza en exceso. Pero, además muestra una ambición y una intoxicación ante la fama y la atención que le dan su cuerpo y su carisma. Sin importar las consecuencias que sus excesos generan en su contra parte.
Margaret, durante ya casi una década, ha elegido con cuidado sus filmes y ha trabajado con directores de la talla de Quentin Tarantino y Yorgos Lanthimos. Pero es su interpretación de Sue es la que finalmente la muestra como una actriz a la que no debemos perder de vista.
Mientras que otro lado tenemos una interpretación que pone nuevamente los relectores en Demi Moore. Una actriz que a los 62 años, se muestra al desnudo, literal y metafóricamente. Haciendo una reflexión sobre como nosotros y los demás vemos el paso del tiempo.
Aunque nunca se ha alejado de las cámaras, para muchos el último gran éxito en la carrera de la actriz Demi Moore se dio en 2003, hace un poco más de 20 años. Cuando interpretó a la villana Madison Lee, en Charlie’s Angels: Full Throttle.
Una película mencionada en la gira de prensa, que llevó a la actriz a confesar que ese papel y la mención constante de su aspecto la llevaron a sentir que ya no tenía un lugar en Hollywood.
Ahora con Elisabeth, Demi entrega lo que podría ser la mejor interpretación de su carrera. Con una mujer de cierta edad que siente que su valor a disminuido con el paso del tiempo, ante las críticas por su edad. Y se niega a aceptar la admiración que aun causa en ciertos sectores.
Con ambas actuaciones y el conjunto de sus valores de producciones, The Substance es un ejercicio extraordinario. Con una propuesta original e interesante que logra el objetivo de generar reacciones en su público que van del asco a la sorpresa con toques humor y reflexiones profundas. Y nos generan la pregunta de ¿qué acabo de ver?
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Tomado de https://warp.la/
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