Atractor extraño

“Vuelven a tocarse dos líneas paralelas antes drásticamente separadas: metafísica y física, materia y espíritu, cuerpo y mente, cielo y tierra, ondas y partículas. Alguna tesis postula que tales cambios son morfogenéticos y trastornan al máximo lo habitual”.Tomado de https://morfemacero.com/ ...

TA MEGALA

Fernando Solana Olivares

La nueva mentalidad científica que aún no se conoce masivamente representa una forma de pensar que podría cambiar la conciencia humana —si hay tiempo histórico para ello— como ningún otro paradigma lo ha hecho antes. Aunque fuera un cambio primario de la interpretación sobre el ser en su relación consigo mismo y con lo que lo rodea, sería suficiente para abrigar esperanzas. Así como se especula que el Ulises de Joyce, que mantendrá a los críticos ocupados durante trescientos años, anticipa la mentalidad lingüística que entonces prevalecerá, así este cambio epistémico anuncia un futuro que ya está aquí. 

       Quizá lo mismo hace Alicia de Lewis Carroll en clave literaria con su poderosa fantasía: a) anticipar que materia y energía son dos formas de la misma cosa: materia liberada o materia por liberarse; b) asumir que en la base de las partículas se hallan pequeños quarks (término tomado de Joyce) infinitesimales, los cuales antes de ser cualquier objeto reconocible, son modelos y relaciones sobre los que existe una pregunta sin respuesta: “¿cómo puede haber modelos y relaciones sin nada que sea modelado o relacionado?” (Alfred Nolan); c) descubrir que las partículas saltan de una órbita a otra sin pasar a través del espacio entre ambas órbitas; d) saber que las partículas elementales “emergen del vacío mismo: éste es el sencillo e impresionante descubrimiento, en la base del universo hierve la creatividad” (Brian Swimme).

       Alicia obedece en su mundo paralelo al fenómeno de orden implicado y orden explicado, propio de la cosmología contemporánea — y por lo demás, todo obedece a tal fenómeno. El primero, el orden implicado, según lo explica David Bohm, es el vacío creador, la totalidad intacta del universo que resulta invisible ante nuestros sentidos. El segundo, el orden explicado, está compuesto por la multiplicidad y la diversidad de fenómenos y acontecimientos que provienen del orden implicado y se presentan ante nosotros como prueba empírica. La afirmación del biólogo John Haldane sobre el universo como algo más extraño de lo que pensamos y más extraño aún de lo que podemos pensar pone la cuestión en perspectiva: la realidad manifiesta es un misterio que escapa del escrutinio de la razón cartesiana y dualista que ha caracterizado a la modernidad. Tendría que desarrollarse una supra-razón para conseguir comprenderlo, o cuando menos aceptarlo. Lo que un escolástico llamó docta ignorancia: saber que no podemos saber y sin embargo intuir, vincular, imaginar significados y causas que nos rebasan, mediante una inteligencia de doble vía, no separativa, cuyo mecanismo sea relacionar esto con aquello y todo con todo.

       Fritjof Capra ha escrito que “la actividad de organización de los sistemas vivos, en cualquier actividad, es una actividad mental”. Todos los seres vivos tienen mente de una clase o de otra. Y la noción mente no significa, para el nuevo modelo conceptual, una cosa u objeto sino un proceso. Aunque para el materialismo imperante suene a magia irracional, el cambio de la conciencia humana consiste en asumir la condición interconectada e interdependiente del universo, no asumido como una colección de objetos sino como un sistema de sistemas dentro de sistemas. Cada cosa, persona o ser vivo es un todo que a la vez es parte de un todo mayor que se integra a otro todo y así indefinidamente hasta un punto, si lo hay, no pensable.

        “Empleo la expresión ‘abismo que lo nutre todo’ para señalar este misterio que está en la base del ser”, ha dicho Swimme, como si fuera un místico humilde y maravillado ante la inagotable complejidad de lo real en su forma básica: el orden implicado. Un nuevo relato de la creación, una gran narrativa cosmológica está ya entre nosotros. Es cierto que el orden explicado de estos días oscuros se ha vuelto en mucho brutalmente caótico, un ejemplo clásico de la teoría del caos, la cual establece que sistemas de varias clases existen al borde del caos pero que de pronto, inesperadamente, surge un “atractor extraño” que lo reordena y produce un orden nuevo.     

       Saber que el universo está interconectado como una red donde el empalme con cualquiera de sus segmentos afecta la totalidad (un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna, dícese de Dios), puede ser ese atractor extraño cuyo desarrollo cultural y colectivo ha de darse aceleradamente para salir de esta época perturbada lo más pronto que sea posible.

       Joyce, burlón y descreyente, escribió acerca de “la divina improvidencia”. Vuelven entonces a tocarse dos ámbitos paralelos antes drásticamente separados: metafísica y física, materia y espíritu, cuerpo y mente, cielo y tierra, ondas y partículas. Tales cambios son morfogenéticos y trastornan al máximo lo habitual. Del riesgo calculable se pasa a la incertidumbre, aquella forma superior de la sabiduría. Disponibilidad de última hora o exigencias del nuevo paradigma (por otro lado tan antiguo) de la vinculación del Uno con el todo y el todo con el Uno. El Tao llamó a este saber o disposición de la mente humana un fluir, forma de la improvidencia.

Tomado de https://morfemacero.com/