Ángeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Lunes 29 de diciembre de 2025, p. 6
El abasto de medicamentos es una demanda ciudadana que “todavía no cumplimos al 100 por ciento, aunque estamos mejor porque se ha comprado casi todo. Hace un año estábamos ciegos”, sin información sobre cuántas medicinas había ni cuáles se entregaban a los pacientes atendidos en el IMSS-Bienestar, reconoce Eduardo Clark, subsecretario de Integración Sectorial y Coordinación de Servicios de Atención Médica de la Secretaría de Salud (Ssa).
Durante 2025 “hemos puesto parches para resolver lo urgente”; al mismo tiempo, explica, se avanzó en el diseño e instalación de la Plataforma Nacional de Abasto, la cual se basa en el sistema informático del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Agrega que dicho sistema mejorará con herramientas tecnológicas que permitan tener un ecosistema integral que va desde las adquisiciones, solicitudes, entregas y recetas surtidas.
En entrevista con La Jornada, el funcionario recuerda que su participación en la compra de medicinas, material de curación y auxiliares de diagnóstico llegó de sorpresa, y aunque se preparó para hacerle frente, hubo errores, de los cuales el peor fue no atender “con suficiente ímpetu” la planeación de las evaluaciones técnicas de Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex) sobre las propuestas de los proveedores.
Esa falta de atención en la primera compra consolidada dio pie a graves fallas técnicas y “de otro tipo”, con resultados “que no tenían sentido”. A la postre, provocó que la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno (SABG) anulara la totalidad de la compra. “Fue el aprendizaje más duro”, admite Clark.
Para los pacientes, la consecuencia fue el desabasto de insumos durante la mayor parte de 2025.
“La digitalización es indispensable”
A un año de distancia de esa experiencia, Clark comenta lo que viene para la siguiente compra y las nuevas sanciones para proveedores que incumplan los contratos.
–¿En sus planes no estaba realizar las compras de medicinas?
–Entramos un poco de golpe al quite. Había mucho trabajo y muy poco tiempo. La compra es un proceso muy sensible. Hemos comprado más de 328 mil millones de pesos y lo más complejo está en IMSS-Bienestar. Es el reto más grande del sector.
–Aparte de la anulación de la primera compra consolidada, ¿qué ha sido lo más difícil en su experiencia?
–La frustración de no avanzar tan rápido como nos gustaría. Es una demanda ciudadana que no hemos cumplido al 100 por ciento, aunque estamos mejor. Hay más visibilidad, planeación y medición. El desafío ha sido IMSS-Bienestar porque cada entidad arrastraba una demanda histórica de compras con variaciones de hasta 10 veces en las cantidades que adquirían cada una.
Eso nos llevó a comprar sin un sustento real y luego hacer los ajustes. Otro reto ha sido integrar a los institutos nacionales de salud y hospitales de alta especialidad, que también tenían procesos dispares, algunos con 250 claves y otros con 8 mil.
–¿Influye la carencia de un sistema digital?
–Eso es fundamental. El IMSS tiene una plataforma y funciona bien con información de las compras, entradas a almacenes y farmacias, respuesta de los proveedores y recetas surtidas. Y es que a la gente no le interesan mis problemas o si las medicinas están en la bodega. Le importa surtir sus recetas.
Ya hay un sistema electrónico para las farmacias de los 55 centros oncológicos y algunos hospitales de IMSS-Bienestar. Faltan los 8 mil centros de salud. Si no se mide, es como dar golpes en la oscuridad. La digitalización es indispensable para saber si lo hacemos bien o mal.
–¿En qué etapa se encuentra ese proceso de digitalización?
–En IMSS-Bienestar y otras instituciones hay información del consumo. Con eso se hizo la planeación de las compras 2027-2028. Se publicó la demanda con 3 mil 831 claves de insumos por institución y estado para consulta de los proveedores. Nos tardamos cinco meses en tenerla y servirá para que los fabricantes inicien su planeación industrial, y presenten comentarios y sugerencias. El plan es que la compra concluya en mayo de 2026 con los fallos y los contratos entrarán en vigor el 1º de enero de 2027. También implementamos un sistema digital para el seguimiento del abasto de IMSS-Bienestar. Hasta ahora han sido parches, pero avanzamos en el desarrollo de la Plataforma Nacional de Abasto, que es propiedad de la Ssa. Lo primero ha sido entender el flujo de trabajo: las necesidades de los servicios de salud y los usuarios (personal médico, enfermería y administrativo). Ese mapeo se inició en enero de 2025.
▲ Según su experiencia, el desafío en materia de suministros está en el IMSS-Bienestar.Foto Jair Cabrera Torres
–¿No habrá más fallas?
–La compra fue problemática y difícil, pero hoy en día hemos comprado de todo con buenos precios; ese ya no es el problema, sino cómo medimos el éxito y que no haya noticias de desabasto, como ha habido, de productos que se compraron y se entregaron. A veces ha habido errores en la estimación del consumo promedio mensual. Además, ha crecido la demanda. Al inicio, en IMSS-Bienestar entregábamos 15 millones de piezas al mes y subió a 32 millones. Sabemos qué y cuánto se entrega. Todavía faltan recetas electrónicas para entender cómo es el consumo.
“Mi peor error, asumir que no habría errores”
–¿Por qué hubo errores en las evaluaciones de las licitaciones?
–Pensaba que lo más difícil sería la negociación de productos de patente y fuente única, que representan 50 por ciento del costo y son 50 millones de piezas de casi 5 mil millones en total. Nos fue bien, pero mi peor error fue no meterme con suficiente ímpetu a la planeación de las evaluaciones técnicas de Birmex. Asumí que no habría errores, y cuando salió el primer fallo, saltaron las inconsistencias. Había claves que antes vi con propuestas de 10 mil pesos y se habían adjudicado en 35 mil pesos. Un oncológico de 82 mil pesos cuya patente venció se ofreció hasta en 10 mil pesos y el contrato se adjudicó por 38 mil pesos. Las evaluaciones técnicas habían sido deficientes y hubo algunos problemas más fuertes. Luego vino la decisión de la SABG de anular la licitación, se cambió al personal de Birmex, hubo nuevas contrataciones y se digitalizó todo el proceso.
–¿Por qué aumentaron las compras por oferta subsecuente de descuento (subasta en reversa)?
Se hace cuando hay tres o más ofertas y eso ocurre en más de 60 por ciento de las claves. Los proveedores se quejan porque logramos precios muy bajos.
–El riesgo es que ganen el contrato y después no cumplan con las entregas…
–Para evitarlo, habrá cambios. Por primera vez en la Ssa tenemos un monitoreo sobre incumplimientos en todas las instituciones y habrá cambios jurídicos para tener un padrón de cumplimiento público, con base en el cual se penalizará o beneficiará a los proveedores en la siguiente compra. Además, se sancionará con el pago del sobrecosto que pague cada institución por compras emergentes de insumos no entregados.
–¿El almacén de Huehuetoca sirve?, ¿se utiliza?
–Sí, para tres cosas. Ahí nos entregan los oncológicos genéricos y biosimilares que compra IMSS- Bienestar para distribuir a los 55 centros de atención del cáncer. También es útil para evitar la sobresaturación de almacenes estatales del IMSS e IMSS-Bienestar. Buscamos evitar problemas en la recepción de insumos, que todavía ocurren por falta de espacio. Huehuetoca se utiliza como almacén central de las más de mil unidades de IMSS-Bienestar del estado de México. En el futuro planeamos ubicar en ese almacén la reserva de insumos como antibióticos, oncológicos y material de curación para emergencias, para garantizar el abasto cuando haya incumplimiento de proveedores.
El almacén también tiene capacidad de ser el punto de salida para la distribución a clínicas y hospitales en la región centro del país, sin pasar por los almacenes estatales. El espacio es muy grande y le podemos dar un buen uso.
Tomado de https://www.jornada.com.mx/





Más historias
Marx Arriaga “sigue siendo la voz del Estado, que no nos engañe”: especialistas y docentes
Presidentes de Cuba y Venezuela se solidarizan y mandan condolencias
Estrés de la cena de Año Nuevo podría superar al del cierre fiscal