▲ El representante de México ante la ONU, Héctor Vasconcelos, condenó la crisis en Gaza con el asedio israelí, que calificó de intolerable.Foto tomada de la transmisión de la ONU
F
altaban unos días para que entrara en funciones la LXVI Legislatura de la Cámara de Senadores. El hervidero dentro de la fracción morenista era explicablemente intenso: la elección de la directiva que presidiría esta instancia del Poder Legislativo era inminente. El coordinador de la bancada de Morena convocó a los también coordinadores de sus partidos coaligados y, por supuesto, a su estado mayor para resolver esa inquietante incógnita. (Está por demás decir que los autocandidato/as eran casi tantos como el total de los/las senadores/as). Después de leer la lista de los pretendientes, se dieron las condiciones imprescindibles que deberían cumplir los aspirantes al papel estelar en el reparto de ese año. Por supuesto, todos/as estaban más que sobrados. El resultado sorprendió no sólo a los integrantes del Congreso, sino al conglomerado político nacional: el bendecido resultó alguien que ni siquiera era militante de partido alguno. Como todos saben o imaginan, Gerardo Fernández Noroña.
Después de un año de la presidencia sin que se hubieran dado durante este lapso más incidentes que los usuales, en la bancada morenista y en las de sus aliados daban gracias al Señor(a), por el final de un año no catastrófico como muchos temían. Mientras tanto, en el PAN, se dolían exactamente de lo contrario. “La_ mentándose” estaban cuando llegó el telefonema del altísimo, tan esperado como temido. Por el auricular, una voz seca e imperativa dictó breve instrucción: “Mañana, 5 de la tarde en el lugar de la vez pasada, compañía mínima”. Con voz suavecita pero rechinante, el pontífice los recibió y sin mayores saludos dijo: “no queremos explicaciones baladíes de lo acontecido. Lo único cierto es que los resultados de su ineficacia van a tener graves consecuencias: en el Senado, y sin mayores dificultades, lo que la runfla mayoritaria se propuso ahora es ley. No me digan que no hubo ningún resquicio para encender la mecha noroñista”. Ante esa catilinaria tan apabullante, el senador (el que siempre habla spanglish para que sus hijitos no olviden su lengua) no aguantó más y dijo con voz de los oradores del pasado siglo: “¡Pero el tiempo aún no se acaba! Estas palabras suyas nos encienden y estimulan. No se nos olvida: la nuestra es una friega de oportunidades”. (La arenga se parece a la original, ¿no es cierto?) No hubo respuesta, tan sólo un seco: manténganme informado. Ya en el auto los reclamos se volcaron sobre el audaz orador: ¿Por qué te atreviste a ese compromiso? Era mejor dejarlo que terminara su sermón de una vez y se desahogara de golpe y no que la furia se le eternice. ¿Qué podemos idear y armar en unas horas? Después de muchas vueltas debieron reconocer que ni entre los presentes, ni en el resto de los miembros de la bancada, había uno solo al que se le conocieran las muchas características, de la más diversa índole, que le permiten a un individuo ser un exitoso complotista, un provocador. En ese momento se oyó la voz poco escuchada de un compañero muy pensante que estaba también en esta reunión que musitó: “o sea que lo que nosotros necesitamos en este momento es un Noroña del lado de los buenos, aunque él sea bastante malo”. Gran silencio y luego otra voz. ¿Pero no será la medicina, peor que la enfermedad?
La opinión de la columneta en la próxima semana, porque hoy necesito brevemente, decir: me siento muy muy orgulloso de la amistad de Héctor Vasconcelos, nuestro embajador ante la ONU, egresado de la Universidad de Harvard, merecedor de la maestría en la Universidad de Oxford y el doctorado en la de Cambridge. Su sitio en la academia apenas empata con su honorabilidad personal, su lealtad permanente a los principios de la Cuarta Transformación y su reconocida y profunda mexicanidad.
A las 10 de la mañana leía la prensa en casa. Encendí la televisión y ya no pude separarme. Sé que estas emociones no son aconsejables, pero ésta vale todos los riesgos. Son las 6 de la tarde y mis martinis la ensanchan a reventar.
Tomado de https://www.jornada.com.mx/
Más historias
Bad Bunny lanza el remix: “Titi me preguntó si quiero una torta de jamón”
Bad Bunny lanza el remix: “Titi me preguntó si quiero una torta de jamón”
Julio Hernández López: Astillero