El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
A Fernando Solana Olivares,
por la complicidad yourcenariana
El periódico Le Monde ha comenzado a publicar números monográficos bimestrales -fuera de serie-, sobre grandes autores de la literatura francesa, mismos que se venden en los puestos de periódicos.
Debo a mi amiga Valery el tener en mis manos el ejemplar dedicado a Marguerite Yourcenar. A petición mía, lo compró en París, se lo llevó a Puerto Peñasco, Sonora, y de allí me lo envió por correo. Mil gracias.
Fernando Solana Olivares, el director de este portal Morfemacero, y el que escribe compartimos la pasión por esta escritora, a la que el autor de Péguese mi lengua -su más reciente novela- bautizó como Notre Dame des Lettres -Nuestra señora de las letras-. La aparición de este suplemento monográfico nos permite explorar territorios yourcenarianos que no conocíamos.
- André Fraigneau y el “antisemitismo” de Adriano
Yourcenar conoció Grecia en la década de los años 30 con André Fraigneau, su amor imposible -le gustaban los hombres- y André Embiricos (1902-1975), el primer psicoanalista griego, según Josyane Savigneau, la biógrafa de Marguerite.
No existen registros de que haya habido “algo más” en la amistad entre Embiricos y la escritora belga. Sin embargo, cuando Fraigneau se rinde/somete a Goebbels en 1941, lo borra de su vida al punto de no mencionarlo en la cronología de la edición de sus obras en la colección La Pléiade, todavía en vida de Yourcenar.
Se ha acusado a Adriano de antisemitismo y, de paso, a Yourcenar. Bueno, a todos debe quedarnos claro que lo que piensen los personajes de una obra no es lo que necesariamente piensa el autor. Me queda claro que, para Adriano, los judíos eran una secta incómoda, poco o mucho amenazadora para el imperio romano.
- Una vida sin destino
El “destino” de Adriano era claro: apoderarse del mundo, en lo material, en el conocimiento, y en el placer de los sentidos. El “destino” de Zenon era claro: “morir menos necio de lo que nací” y dar “la vuelta a la prisión” es decir, recorrer el mundo, nuestra prisión. En cambio, el tercer gran personaje de Yourcenar, Natanael, protagonista de la nouvelle Un hombre oscuro, es un hombre sin destino. No busca llegar a alguna parte, ni alcanzar una meta. Simplemente fluye, se deja arrastrar por las corrientes subterráneas y externas de la vida. Sabiduría zen, quizás. La vida es (punto). No necesita premios ni proyectos alcanzados, ni torres que destruyan esos proyectos. Simplemente es.
- Una transmisión amorosa
Grace Frick, la traductora de Yourcenar y con quien ella se fue a vivir a Maine, en los Estados Unidos, luchó durante años con un cáncer de mama que, en las últimas épocas, le impidió acompañar a Marguerite a sus distintos viajes. Convertida ya en una celebridad, llegó Jerry Wilson, un joven gay, a entrevistar para la TV a la escritora. Así se apagó la luz de Frick y surgió la de Jerry, que se convirtió en su compañero sentimental y de viajes. El suplemento nos informa que Jerry y su amante Daniel le sacaban dinero para comprar droga. Yourcenar llamó a ese periodo “una larga novela negra”. Así, la vida amorosa de Yourcenar estuvo marcada por la pasión no correspondida por un hombre, cuarenta años de vivir con una mujer y una extraña relación con otro hombre.
Sin embargo, con él publicó su último libro en vida, La voz de las cosas, ramillete de pensamientos aderezados por las fotografías de él. El último pensamiento del libro es una sentencia de Agrippa de Nettesheim: “Alma que permanece de pie sin desfallecer”.
- Nacionalidad, religiosidad y cotidianidad.
Silvia Baron Supervielle terminó convertida en la traductora de Yourcenar al español. Ante la pregunta de cuál consideraba que era la nacionalidad de Marguerite (recordemos que nació en Bélgica de padres franceses y luego obtuvo la nacionalidad estadounidense), Silvia contestó: “Me parece pertenecer al mismo tiempo a la Europa del Norte y al espacio mediterráneo”. Sobre su aproximación a lo divino, la traductora afirma: “Yourcenar es una mística, pero carnal. Sin ninguna religiosidad. Espiritual, es evidente, pero nunca desde el olvido de los sentidos”.
Ante la pregunta de cómo se organizaba su día a día, Silvia respondió: “una cotidianidad austera, solitaria. Se levantaba temprano, trabajaba toda la mañana y antes del medio día, me alcanzaba en el jardín antes de preparar el desayuno. Su espíritu trabajaba continuamente, mientras platicaba conmigo o cuando se ocupaba de los pájaros o de su perro”.
- Yourcenar y Borges
La escritora visitó a Borges en Ginebra, poco antes de su muerte. Héctor Bianciotti, argentino que preparó en francés las ediciones de Yourcenar para La Pléiade, relata que Borges le pidió que fuera a ver un departamento y se lo describiera. La anécdota me fascina. ¿Cómo pedirle a Yourcenar un encargo así? ¿Cómo negárselo a Borges? Yourcenar fue y se lo describió, sin decirle que estaba lleno de espejos, porque conocía el cuento de Tlön, donde se afirma que “la cópula y los espejos son abominables, porque multiplican a los hombres”.
- La Academia, el chal, la muerte
Finalmente, la Academia Francesa de Letras cedió, después de tres siglos, y aceptó a una mujer, la primera desde que Richelieu fundara la Academia. El discurso de recepción estuvo a cargo del académico Jean d’Omersson, quien declaró: “No está usted aquí por ser mujer, sino porque es una espléndida escritora. No omito decir, sin embargo, que si fuera hombre hubiera entrado antes”.
Como no había un atuendo para una mujer, se le encargó a Yves St. Laurent, quien diseñó y elaboró un discreto vestido gris rata, acompañado de un chal de seda blanco.
Con ese chal, símbolo de la consagración, se envolvió la urna de sus cenizas, después de su muerte producto de un derrame cerebral.
En su tumba, su epitafio: “Pluga a Aquel, que es quizá, dilatar el corazón del hombre a la medida de toda una vida”.
Gracias Maestra, gracias Madame Yourcenar, gracias Nuestra Señora de las Letras.
Tomado de https://morfemacero.com/
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