Colaboraciones
Armando González Torres
Eduardo Subirats es un pensador omnívoro, insurrecto y controvertido que ha dejado su huella subversiva en diversas disciplinas y que ha pensado con originalidad y pasión en temas tan distintos como el curso de la filosofía moderna, el utopismo, las huellas indelebles de la colonización o los claroscuros del arte moderno. A diferencia de la tendencia de la academia contemporánea a encerrarse en feudos minúsculos del conocimiento y patentarlos, Subirats no tiene empacho en ensayar visiones audaces y unificadoras, que esclarezcan la mirada del lector. Igualmente, a diferencia de la filosofía pop de los pensadores, que se solazan diagnosticando apocalipsis de manera tan superficial e irresponsable, el diagnóstico de Subirats tiene un sólido basamento empírico, filosófico, filológico y artístico, además de una prosa elocuente y llena de matices expresivos. A plena luz caminamos a ciegas es un libro bello, doloroso, y a la vez curativo, que indaga y revela verdades incómodas sobre el estado actual de la condición humana, o post-humana. Con una perspectiva de largo alcance, intensa y erudita, Subirats enumera momentos históricos, inercias morales, desarrollos tecnológicos, derivas artísticas que han limitado la capacidad de visión del individuo y que, a lo largo de la historia de varios siglos, han debilitado su albedrío y casi lo han postrado en un estado de catalepsia. De acuerdo a Subirats, desde los albores de la modernidad, los derroteros de la cultura tecnocientífica pregonada por Bacon o el concepto cerrado de subjetividad atisbado por Descartes, culminado en el extremo racionalismo de Kant y en la casi fantasiosa construcción de la fenomenología hegeliana, instauran una separación del individuo y el mundo, una teología del conocimiento, una ideología de dominación y exacción de la naturaleza; una ética del sacrificio y la obediencia y una pulsión patriarcal, misógina y violenta. Todo esto, cargado en los hombros humanos hasta nuestros tiempos, desemboca en una enorme vulnerabilidad física, intelectual y espiritual, enmarcada por el sufrimiento de la desigualdad y las guerras, la amenaza de las catástrofes ecológicas y la inminente extinción. Así, en el libro se reitera una advertencia, llena de dramatismo, profundidad poética y sabiduría vital, que es la frase del filósofo sefardí Francisco Sánchez “A plena luz caminamos a ciegas”.
Como sugiere el autor, el sacrificio esclarecedor de Prometeo ha sido desvirtuado y cubierto de opacidad por gran parte de la cultura moderna. La cultura contemporánea constituye un proceso de remodelación de la conciencia que fragmenta la experiencia y oscurece la visión. El frágil y tambaleante presente de la humanidad comienza a fraguarse mucho tiempo atrás y puede leerse como una auténtica involución y como una decadencia extendida de casi todas las expresiones humanas.
Por ejemplo, Subirats liga fenómenos aparentemente muy alejados entre sí como las formas de gobierno y producción industriales y posindustriales y el empobrecimiento de la expresión redentora por excelencia de lo humano, que es el arte. Porque, para Subirats, esta forma de conocimiento que es el arte pierde su poder heurístico cuando se convierte en un apéndice de las formas de producción y gobierno; cuando se divorcia de la realidad, cuando se asimila a las formas y los intereses del espectáculo o cuando entroniza un arte violento, anti-humanista y anti-realista.
Subirats describe de manera descarnada las múltiples maneras en que el individuo moderno se vuelve siervo de un poder ubicuo y maleable que, más que reprimir, ha desaparecido la disidencia. De un poder que ha naturalizado en el individuo los rasgos del desinterés, la pasividad, la angustia o el miedo. De hecho, de manera muy reveladora Subirats señala que el estado de extremo confinamiento en que Descartes dio a luz el manifiesto fundamental de la subjetividad moderna, El discurso del método, se replica en muchos espacios emblemáticos del progreso moderno, como las naves espaciales, las salas de cuidados intensivos, los cubículos o las cabinas de los autos. El hombre moderno, entonces, vaga dando tumbos, como una “conciencia infeliz” arrancada de su biología, que no sabe cómo insertarse en la armonía del mundo.
Cuando este lúcido pero amargo diagnóstico de lo contemporánea que hace Subirats tiende a abrumar al lector, aparece su apelación al poder liberador del arte y a su capacidad de reconciliarnos tanto con lo natural como con lo sobrenatural. Porque en todo gran arte hay una instancia mediadora, llámese ninfa, musa o diosa, entre el artista y la naturaleza y el misterio del cosmos. Asimilarse a los ciclos de la naturaleza y a los enigmas de la creación constituiría, así, una forma de curación del malestar de la cultura moderna. Desde luego no se trata de “representar” a la naturaleza, sino de interactuar complejamente con ella, pues la experiencia estética, vital y cognitiva comparten numerosas analogías. Subirats se detiene en algunas figuras artísticas, Gustave Courbet, Paul Klee, Edvard Münch y Gaspar David Friedrich, ente otros, a través de los cuales, rastrea la pervivencia de un arte ligado a sus raíces vitales, naturales y míticas. En estas manifestaciones, la conciencia crítica y la experiencia estética se reconcilian y se fecundan mutuamente. Igualmente, hace alusión a creadores latinoamericanos como Heitor Villalobos, la artista plástica Tarsila do Amaral o los hermanos De Andrade para ejemplificar algunas formas en que la cultura popular se vincula a la resistencia social, la sabiduría natural y el mito arcaico. Estos autores suponen una alternativa a la degradación del arte, ejemplificada tanto por los formalismos como por ciertas vanguardias, que es impulsada y auspiciada por el espíritu de la época.
En suma, con un estilo polémico, combatiente, enérgico, que no duda en encarar como adversarios cosmovisiones, sistemas filosóficos y figuras canónicas ampliamente reputadas en Occidente, Subirats hace un fascinante recorrido por la moderna historia humana. Hay una relectura de la filosofía, el arte y la cultura de Occidente llena de afirmaciones tan reveladoras y atractivas como controvertibles. Esta lectura no solo implica un auténtico bombardeo de muchos de los paradigmas intelectuales y de los lugares comunes académicos más consolidados, sino que, para un lector atento, debería implicar un sacudimiento vital, un breve pero poderoso vislumbre de la unidad del mundo, la vinculación de los saberes y la correspondencia de las artes que nos invite a cuestionar nuestras rutinas impuestas y nuestras certezas heredadas.
Eduardo Subirats, A plena luz caminamos a ciegas, El tapiz del unicornio, México, 2025.
Tomado de https://morfemacero.com/
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