«Antes que el sueño (o el terror) tejiera mitologías y cosmogonías, antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era.… » relataba Jose Luis Borges. Y es que el mar siempre ha sido fuente inagotable de vida, recursos e inspiración. Sin embargo, bajo su inmensidad y un azul intenso se esconde una de las crisis ambientales más alarmantes de nuestro tiempo: la contaminación por plásticos. Naciones Unidas advierte de que los residuos plásticos representan el 85% de la basura marina, amenazando no solo los ecosistemas oceánicos, sino también nuestra propia salud y economía.
En 2050, según la estimación de la Fundación Ellen MacArthur, los océanos podrían contener más plásticos que peces. Los datos son tan abrumadores como preocupantes, ya que, más de 17 millones de toneladas métricas contaminaban el océano en 2021, cifra que se duplicará o triplicará para el año 2040. Las basuras marinas producen la muerte de animales por enredo o ingestión, y se calcula que 100.000 tortugas, mamíferos marinos y un millón de aves marinas mueren a nivel global cada año por estos motivos. Pero, aunque el problema es de escala global, la buena noticia es que también lo son las soluciones.
Innovaciones para limpiar los mares
En los últimos años, científicos, emprendedores y organizaciones han intensificado sus esfuerzos para mitigar el daño y recuperar los ecosistemas marinos. Las tecnologías emergentes como los drones submarinos están desempeñando un papel clave en la identificación y recolección de residuos. Equipados con sensores y sistemas de inteligencia artificial, estos dispositivos pueden mapear la contaminación plástica en el fondo marino y recoger objetos de difícil acceso.
Las tecnologías emergentes como los drones submarinos están desempeñando un papel clave en la identificación y recolección de residuos
Algunos modelos, como el WasteShark, pueden operar de manera autónoma y extraer hasta 500 kg de residuos al día, mientras que proyectos como The Interceptor de The Ocean Cleanup están diseñados para frenar la entrada de plásticos en los océanos desde los ríos, responsables de cerca del 80% de la contaminación marina. The Ocean Cleanup es una iniciativa fundada por el joven holandés Boyan Slat, donde la tecnología de barreras flotantes permite capturar plásticos en los grandes giros oceánicos y en los ríos, evitando que los residuos lleguen al mar. Según sus informes, ya han retirado más de 5.000 toneladas de plástico de los océanos.
Otras soluciones incluyen sistemas autónomos como los seabins, papeleras flotantes capaces de filtrar microplásticos en puertos y marinas que pueden capturar hasta 1,5 kg de desechos por día, incluyendo plásticos de menos de 2 mm de diámetro. Estas estaciones, instaladas en puntos estratégicos con menor oleaje, no solo retienen residuos sólidos, sino que también pueden filtrar aceites y otros contaminantes superficiales.A esto se suman iniciativas como las redes de arrastre de baja intensidad para limpiar la superficie sin dañar la vida marina, boyas con filtros que absorben microplásticos y bacterias especializadas capaces de degradar polímeros sintéticos en condiciones controladas.
El problema de los plásticos marinos no solo se resuelve limpiando, sino también evitando que estos residuos lleguen a los mares. En este sentido, diversas empresas y startups han apostado por la reutilización de plásticos recuperados para fabricar nuevos productos. Marcas de moda como Adidas han incorporado en sus colecciones materiales reciclados de plásticos oceánicos, y firmas de diseño están transformando redes de pesca abandonadas en alfombras y muebles sostenibles.
No obstante, la verdadera solución radica en la reducción del consumo de plásticos de un solo uso y en políticas a favor de la economía circular, donde la reutilización y el reciclaje eficiente impidan que estos materiales lleguen al mar.
Hacia un marco normativo global
La Comisión Europea sabe que los plásticos son un problema a resolver y por eso los ha situado entre las siete áreas clave para alcanzar una economía circular en 2050. Más allá de la Estrategia Europea para el Plástico en una Economía Circular, que busca reducir progresivamente los microplásticos en nuestra vida cotidiana, Bruselas ha desplegado nuevas propuestas para frenar el tsunami de residuos plásticos. La pregunta ya no es si podemos prescindir de ellos, sino cómo logramos que dejen de inundar el planeta sin comprometer la industria ni nuestra comodidad.
Entre las medidas se incluyen la prohibición de más productos de plástico de un solo uso, el refuerzo de los objetivos de reutilización y reciclaje en sectores clave, y la promoción de materiales alternativos sostenibles. También se ha impuesto una mayor fiscalidad sobre la producción de plásticos vírgenes, incentivando el uso de plásticos reciclados en envases y productos de consumo.
Las regulaciones deben ir acompañadas de incentivos económicos y programas educativos para transformar la relación de la sociedad con el plástico
Otro punto central de la agenda europea es la regulación de los llamados químicos preocupantes en plásticos, como los ftalatos y los retardantes de llama bromados, cuyo impacto en la salud y el medioambiente sigue generando preocupación. Además, se impulsa la investigación en bioplásticos compostables y biodegradables, así como la optimización de los sistemas de recogida selectiva para evitar que los residuos plásticos terminen en vertederos o en el medio natural. Sin embargo, los expertos coinciden en que las regulaciones deben ir acompañadas de incentivos económicos y programas educativos para transformar la relación de la sociedad con el plástico. La transición hacia una economía circular requiere del compromiso de gobiernos, empresas y ciudadanos.
La Comisión Europea también trabaja en la armonización de etiquetados y normativas para garantizar que los consumidores tengan información clara sobre el impacto ambiental de los productos que compran. Estas iniciativas no solo buscan reducir la contaminación marina y terrestre, sino también fomentar una transición justa hacia modelos de producción y consumo más responsables.
El objetivo final es claro: que en 2050 el plástico deje de ser un residuo problemático y se convierta en un recurso totalmente integrado en una economía circular, donde su uso sea eficiente, sostenible y limitado a aquellas aplicaciones en las que realmente sea necesario.
Tomado de Ethic.es
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