El laberinto del mundo
José Antonio Lugo
A Tania Acosta Ayala
y Pedro Álvarez Colín
- Eros y Anteros
Denise Braunschweig y Michel Fain escribieron el libro Eros y Anteros: reflexiones psicoanalíticas sobre la sexualidad (próxima publicación en español de la traducción de Pedro Álvarez Colín y José Antonio Lugo). En este libro, una joya para quienes practican esa hermenéutica, se señala que:
“El verdadero antagonista de Eros no sería entonces Thanatos sino otra fuerza, tomando un hecho de cultura, psicoanalíticamente vinculable al mito de la castración ancestral del padre de la horda primitiva. Castración que hace de los hijos culpables en su inconsciente y por tanto amenazados, vengadores sujetos al culto del narcicismo fálico. Por eso, no para elevar esta fuerza al rango de los dos principios opuestos por Freud, Eros y Thanatos, pero para habitarlo, lo hemos denominado Anteros, el nombre del hermano gemelo de Eros. Nuestro avance a tientas se ha orientado sobre algunos grandes ejes de referencia. El primero, lo hemos ya evocado a propósito de la sexualidad masculina: se trata del equilibrio estructurado por la oposición entre el instinto maternal y la organización edípica impuesta por el padre a la relación madre-hijo. El segundo, acabamos de hacer alusión a él, es el equilibrio estructurado por la oposición del narcicismo y el erotismo. El tercero, que al principio de nuestra empresa no reposaba más que sobre un postulado admitido entre nosotros sin discusión, concierne a la existencia de una diferenciación sexual precoz entre el bebé-niño y la bebé-niña”.
- Amor y agresión
Otto Kernberg escribió un clásico del psicoanálisis The inseparable nature of love and agression: clinical and theoretical perspectives (American Psychiatric Publishing, Washington, London 2012), donde señala que todo amor lleva consigo, de manera indisoluble, una dosis de agresión. Afirma también: “Así, al colocarnos de entrada del lado del observador, padre, hermano mayor, hemos tratado de imaginar el rencuentro de dos grandes corrientes: la estructuración edípica, fuerza de naturaleza esencialmente psíquica, y el instinto maternal, fuerza que es clásico situar en el origen de los confines de lo biológico. Por esta hipótesis, la evolución completa, dislocada, o inacabada de la sexualidad del hombre depende a la vez de cualidades particulares del instinto maternal de su madre, de la reacción inconsciente de su padre al espectáculo de las relaciones madre-hijo dominadas por ese instinto, de las consecuencias de esta reacción tanto sobre la relación primitiva madre-hijo que sobre su futura constelación edípica. Las consecuencias de la proyección inconsciente por la madre de su fantasma de realización edípica, la vemos variar entre, por una parte, una estructuración exageradamente precoz del Edipo que tiene como resultado futuro una presión pesada y constante de la amenaza de castración y, por otra parte, una estructuración insuficiente que conduce, en ciertas circunstancias, a un donjuanismo crónico”.
- Apuleyo
En El asno de oro, este autor (Madaura, Argelia 125-180 d.C.) nos relata cómo Eros, hijo de Venus, se enamora de Psiqué, provocando los celos de la Diosa -que se ve sustituida como objeto del deseo-. Las hermanas de Psiqué, envidiosas, le muestran la manzana de la discordia, metafóricamente, y le despiertan la curiosidad por ver a su amado -Eros- quien la visitaba al amparo de la noche y le había prohibido que intentara verlo. Ella infringe la prohibición y Eros la aleja de su vida (y regresa con su madre). Venus quiere vengarse y destruir a Psiqué; ella se quiere quitar la vida; Eros abandona a su madre y Júpiter se conduele y vuelve todo un final feliz con todo y boda. El discurso de Júpiter. al ofrecerle la ambrosía: “Toma, Psiqué, y sé inmortal; Cupido nunca romperá los lazos que a ti te ligan: el matrimonio que os une es indisoluble”. Eros se suelta de su madre; Venus se suelta de la posesión de su hijo y acepta a Psiqué; las envidiosas mueren como serpientes ponzoñosas y es posible crear un futuro para todos.
- El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell
En esta novela de culto vemos los amores de Nessim con Justine y con Melisa, de Darley con Melisa, Justine y Clea; de Clea con Darley, Justine y Amaril; de Naruz con Clea; de Pursewarden con su hermana Liza, con Justine y con Melisa. En esta compleja retícula, todos terminan, simbólica o literalmente, mutilados. Dice el autor: “El amor une, luego separa. ¿Cómo, si no, podríamos desarrollarnos”; “Dime quién inventó el corazón humano: muéstrame el lugar donde lo ahorcaron”; “Nos servimos de los demás como si fueran hachas para talar a quienes realmente amamos”. Todos terminan mutilados –pero maduros– gracias a la gozosa y fascinante experiencia del amor.
A través de la figura de Anteros, hermano de Eros; de la agresión implícita en la amenaza de castración; del odio de Venus hacia su nuera y el proceso de Eros para alejarse de su madre; y de los formidables entrecruzamientos de cuerpos y almas que nos describe la gran novela de Durrell, podemos ver cuán complejo, rico y fascinante es el amor, imposible de definir pero que todos hemos sentido alguna vez.
Tomado de https://morfemacero.com/
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