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Conoce las zonas arqueológicas de Michoacán, una historia milenaria entre yácatas y tumbas ancestrales
Además de paisajes volcánicos y comunidades vivas, estos sitios te conectan con el legado del imperio purépecha, quienes habitaron el occidente de México mucho antes de la llegada de los mexicas y los españoles. La escapada perfecta si amas el turismo cultural.
Desde las imponentes yácatas, estructuras piramidales escalonadas, hasta las tumbas más antiguas de Mesoamérica en El Opeño, este estado ofrece un recorrido profundo por culturas milenarias que dejaron su huella en piedras, cerámicas y leyendas. ¡Conócelas!
Vestigios del imperio purépecha
La nación purépecha fue una de las grandes civilizaciones mesoamericanas. Su poder se extendió desde el siglo XIII hasta la llegada de los españoles, en un territorio que abarcaba gran parte de lo que hoy es Michoacán, Guerrero, algunas partes de Jalisco, Guanajuato y el Estado de México. Tenían una lengua propia, metalurgia avanzada (dominaban el cobre y el bronce), una estructura política centralizada y una cosmovisión profundamente ligada a los ciclos naturales. Muchas de sus prácticas, lengua y tradiciones continúan vivas a lo largo de las montañas, lagos y valles las comunidades purépechas actuales. Su legado es parte de lo que hoy conforma Michoacán.
El Opeño
En el municipio de Jacona se encuentra El Opeño, una de las zonas más antiguas de Mesoamérica, con 12 tumbas de tiro de más de 3,500 años de antigüedad (ca. 1800 a.C.). Además, las cámaras funerarias fueron excavadas verticalmente en roca volcánica y su acceso se realizaba mediante escaleras, lo que sugiere una planificación arquitectónica elevada. La zona es testimonio de la complejidad social, cultural y comercial, alcanzada por comunidades del occidente prehispánico mucho antes del auge purépecha y de la hegemonía olmeca.
Cerro Curutarán
Desde la cima del cerro se tiene una vista estratégica de todo el valle, lo que sugiere que pudo haber funcionado como centro ceremonial, astronómico o de vigilancia. En las laderas y la cima se han hallado terrazas, alineamientos pétreos y vestigios de antiguas estructuras, lo que refuerza su importancia como lugar sagrado.
Tres Cerritos
En la cuenca de Cuitzeo se localiza este complejo que, según la tradición oral, fue uno de los primeros centros ceremoniales del pueblo purépecha. Sus principales hallazgos se centran en las tumbas monumentales con un vestíbulo central y cámaras orientadas a los cuatro puntos cardinales, reflejando una cosmovisión compleja sobre la muerte. Consta de tres montículos, una plaza central, norte, sur y un altar central. Tiene dos etapas de ocupación:
- Etapa pre-purépecha: cuando funcionó como centro ceremonial con vínculos estilísticos con Teotihuacán.
- Etapa purépecha: el sitio fue reutilizado como espacio funerario, especialmente por grupos asociados al imperio tarasco.
Tingambato
Conocido también como Tinganio («lugar donde comienza el fuego» en purépecha), Tingambato es un sitio arqueológico clave para entender la transición entre el mundo teotihuacano y el surgimiento de los señoríos purépechas. Ubicado entre Pátzcuaro y Uruapan, este asentamiento floreció entre los años 450 y 900 d.C., mucho antes del apogeo del imperio purépecha. Destacan su cancha de juego de pelota, estructuras piramidales y evidencias de antiguos incendios rituales.
Zaragoza
Ubicada en el municipio de La Piedad, Zaragoza es una zona arqueológica en proceso de investigación. Es la ciudad tallada en piedra y promete convertirse en uno de los hallazgos más intrigantes del occidente de México. Ocupado entre los años 600 y 900 d.C., este asentamiento destaca por su planeación urbana, su arquitectura ceremonial y una naturaleza sagrada, resguardada por un imponente muro rocoso de 60 metros de altura. Consta de cancha de juego de pelota, plazas cerradas, plataformas, habitaciones y un posible temazcal, además de 70 hectáreas de terrazas agrícolas y domésticas.
Pátzcuaro
Ciudad ceremonial entre el lago y el cielo. Más allá de su encanto colonial, Pátzcuaro fue un centro espiritual y político para los purépechas. Aquí se rendía culto a los dioses del inframundo, especialmente en la isla de Janitzio. Sus alrededores aún conservan vestigios, como el basamento y petroglifos que se encuentran en el edificio que se construyó en 1540, cuando Vasco de Quiroga fundó el Colegio de San Nicolás, ahora el Museo de Artes y Oficios. Aquí se expone la historia del museo y sus inicios, expresiones artísticas, artesanías en madera, alfarería e indumentarias de las danzas representativas del estado.
Ihuatzio, la ciudad fortaleza
Ubicada a 10 km al este de Pátzcuaro en la ribera del lago, esta zona fue una de las tres sedes fundacionales del imperio purépecha, junto con Pátzcuaro y Tzintzuntzan. Presenta estructuras únicas como los huatziri (caminos elevados) y una gran Plaza de Armas con dos yácatas, además de ser el único sitio de las cabeceras purépechas donde se han encontrado esculturas monumentales, incluidos cuatro esculturas de chac mool y tres figuras de coyote tallados en roca.
Tzintzuntzan
Ubicada en las laderas del cerro Yahuarato con vistas estratégicas al lago de Pátzcuaro fue la sede principal de los cazonci, los gobernantes supremos purépechas. Aquí se erigen las célebres yacatas, basamentos piramidales semicirculares únicos en Mesoamérica. Desde este punto, se administraba el tributo, la guerra y la espiritualidad de toda la nación purépecha. Su fundación se remonta al año 1450, en el periodo Posclásico, y fue resultado de alianzas entre los purépechas y antiguos pobladores de la cuenca.
Nopalera-Huandacareo
Huandacareo, también escrito Guandacareo, proviene del vocablo purépecha uandakua, cuyo significado puede interpretarse como ‘lugar de juicios’, ‘lugar de oradores’ o simplemente ‘tribunal‘, lo que refleja su antigua importancia como centro ceremonial y político. Actualmente, el sitio arqueológico es conocido por los habitantes como La Nopalera, nombre que recibe por encontrarse dentro de la colonia homónima.
Es un sitio arqueológico purépecha del Posclásico Tardío (1300–1536 d.C.), ubicado en una loma con vista privilegiada al lago de Cuitzeo, a solo 95 km de Morelia. No fue un centro habitacional masivo, sino un espacio público y estratégico, dedicado a funciones administrativas, rituales, funerarias y judiciales del imperio purépecha.
Durante el siglo XII, alcanzó su máximo esplendor con la construcción de plazas, templos y tumbas sobre una gran plataforma nivelada. Entre las estructuras más notables destacan la plaza hundida, los montículos 1 y 2, y el patio de la tumba. Se utilizaron piedras de cantera local unidas con lodo, y aún se conservan restos de aplanados endurecidos al fuego.
San Felipe de los Alzati
En Zitácuaro, se localiza San Felipe de los Alzati, un asentamiento que se distingue por no contar con las características arquitectónicas tradicionales que se observan en sitios como Ihuatzio o Tzintzuntzan, donde predominan las estructuras de planta mixta. En cambio, aquí destacan las pirámides formadas por cuerpos superpuestos, con escalinatas centrales que conectan con plazas distribuidas en diferentes niveles. Su extensión es de 52 hectáreas.
El sitio lleva dos nombres porque se localiza entre dos comunidades: Zirahuato, que en purépecha significa “cerro frío”, y San Felipe Calvario. Está ubicada a tan solo 12 kilómetros de Zitácuaro, esta zona arqueológica se encuentra en lo que fue la frontera oriental del señorío purépecha. Su ocupación data del Posclásico Tardío (1200–1500 d.C.) y se atribuye a grupos otomíes que se asentaron en este territorio durante la primera mitad del siglo XIV bajo dominio purépecha.
Importancia de conocer los vestigios del imperio purépecha
Explorar estos sitios arqueológicos en Michoacán nos ayuda a comprender el papel clave que jugó en el entramado cultural del señorío purépecha. Cada piedra y estructura nos hablan de la convivencia entre distintas culturas: otomíes, mexicas y purépechas, en una región donde la historia aún guarda secretos por descubrir. Visitarlos es una invitación a ver el pasado y valorar la riqueza del patrimonio michoacano.
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Dahída Gutiérrez Comunicóloga; admiradora del México colorido y dicharachero que se engrandece de tradiciones y su gente.
Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/
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