Escenas luminosas con Pärt

Escenas luminosas con Pärt

Tomado de https://letraslibres.com/
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A partir de una colección de piezas del compositor estonio −nacionalizado austríaco−, Mercedes Menchero Verdugo compone a su vez una serie de estampas que recoge en su libro La luz sonora. Una aproximación a Arvo Pärt, recién publicado por Athenaica (con retrato de Silvia Cosío en la cubierta). La autora dirige el programa de Radio Clásica Atriles entre los árboles, y también ha sido la responsable de otros programas de la misma emisora como Música y pensamiento, Momentos históricos de Europa, Música para los cuadros que amó Umberto Eco u Hotel Baden Baden, títulos que dan una idea de los intereses de Menchero, y sobre todo de la capacidad de asociación que parece imprescindible para abordar un libro como este. 

A pesar de la cantidad de información que ofrece diseminada sobre Pärt, no se trata exactamente de un libro de divulgación, sino de una obra autónoma inspirada por su música. Ya en la primera página la autora nos advierte de cómo se prepara para escucharla, no como disposición general sino a través de los detalles que delimitan un tiempo concreto: “… he hecho el silencio dentro de mí. […] Me he sentado en el cuarto central de la casa…”. La atención con la que se acerca a la música tiene mucho que ver con los estados meditativos, y de hecho la idea del camino espiritual es crucial en todo el texto, así como las imágenes del peregrinar en el desierto, de los anhelos de trascendencia, de la persecución del silencio, de las huidas del mundo y de la aspiración a la unidad.

La búsqueda espiritual se aborda, una y otra vez, en cada uno de los capítulos, recurriendo a imágenes clásicas, de distintas tradiciones, como la luz (“las voces, fundidas en armonía y fundidas en luz”), la tabla rasa (“esa tabula rasa del silencio podemos encontrarla afuera, pero la esencial, la verdaderamente determinante, es la de nuestro interior, la de la mente”), los fractales (“recreación perpetua de Natura, que se enriquece a sí misma con la aparición de irregularidades”), la respiración (“el ritmo de la respiración de la vida es el ritmo de la melodía y el silencio en esa partitura”) o el jardín (“el jardinero se ha construido a sí mismo dentro de su cercado”). La aspiración espiritual es explícita, a veces a través de la fe ortodoxa que profesa Arvo Pärt y otras veces a partir de otras tradiciones. El deseo de trascendencia que se expresa aquí, que incluso cuando defiende las vías de alejamiento del mundo lo hace mediante la relación con el mundo visible y material, con la naturaleza, se parece al intento de comprender la música de Part, que se da simultáneamente. Nunca llegamos al horizonte que distinguimos, a veces hasta se emborrona el horizonte: en los dos casos, la búsqueda de Dios y la tentativa de ¿describir? la música, de atraparla como si fuese un pájaro que creemos que nos podría decir un secreto, parecen dibujar un camino ascendente en espiral, imagen que por cierto es casi natural percibir como si fuese un sonido.

Siguiendo el proceso de Arvo Pärt en sus composiciones, los capítulos se centran en historias, poemas, lugares o personas. Cuando se detiene en la obra vocal a capella Summa, como se escucha en una grabación en una iglesia ortodoxa de Vilna (por parte del coro Jauna Muzika), el acercamiento consiste en el recorrido por el interior del templo. En cuanto a la canción My Heart Is in the Highlands, a partir del poema de Robert Burns, se estrenó en la capilla de Santa Clara en la ciudad de Avignon, precisamente donde Petrarca vio a Laura: este hecho lo recoge Menchero, además de explicar el momento en que el poeta escocés escribió sus versos, y además remata con algo muy bonito, como su propia aparición en todo el entramado gracias a una foto que encuentra en un cajón y en la que sale, como en el poema, una cierva. En el capítulo “Fra Angelico y la luz detenida” acompañamos al pintor (“no es como los otros, un pintor fundamentalmente colorista, sino un pintor luminoso”) en el huerto de su monasterio; aquí se asocia La Anunciación al Magnificat de Pärt, que “es también Luz detenida”. Otro monje, Silvano, se presenta más adelante, esta vez en el monte Athos. Él inspira La canción de Silouan. Cada una de las diecisiete composiciones recogidas en el libro de Mercedes Menchero Verdugo −casi podría llamársele poema− se expone con una historia particular, que la autora cerca con atención y constancia. Las costas bálticas, el vuelo de las golondrinas, un madero perdido durante siglos… Parece así que la música se corporeiza a pesar de que a cada intento aparece más elevada y a la fuga. Por supuesto es ideal escuchar cada pieza a la vez que se lee el libro, o antes o después de cada gran escena o capítulo. El libro deja algo de sed, como la descripción de un éxtasis, y al final de la lectura queda la sensación de que está sostenido por algo muy importante y único: el entusiasmo.

La luz sonora. Una aproximación a Arvo Pärt
Mercedes Menchero Verdugo
Athenaica, 2025
123 páginas

Tomado de https://letraslibres.com/