Judas con forma de diablo: un clásico de la cartonería mexicana

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En Semana Santa es muy famosa la costumbre de la «quema del Judas». En ella se hacen arder figuras de cartón, papel maché o carrizo, simbolizando el triunfo del bien sobre el mal y el pecado. Los monigotes suelen estar inspirados en personajes impopulares, como políticos, cantantes o influencers. A pesar de que lo anterior ya es una situación extendida, los judas con forma de diablo siguen siendo lo más queridos y tradicionales. No solo remiten al origen mismo de esta práctica cultural, sino también son obras maestras de la cartonería mexicana.

¿De dónde se originaron los judas con forma de diablo?

Como se sabe, la práctica de la «quema del Judas» llegó a México en el siglo XVI, gracias a la evangelización franciscana. Esta costumbre de Semana Santa aludía a Judas Iscariote (el apóstol que traicionó a Jesucristo) y representaba el triunfo de Dios sobre el mal. Para ello, se quemaban figuras de paja; durante la conversión de los pueblos mesoamericanos al cristianismo católico, dichos monigotes empezaron a incluir características tanto diablescas como de los antiguos dioses prehispánicos. Fue así que los frailes buscaron enseñar a los indígenas la necesidad de renunciar por completo a su antigua religión.

Sin embargo, como no podía ser de otro modo, la costumbre se convirtió en una práctica sincrética. Los elementos religiosos del catolicismo se combinaron con tradiciones locales. Fue así que los judas con forma de diablo se transformaron no solo en un símbolo del mal, sino en una expiación del pecado a través del fuego. Los antiguos rituales prehispánicos de purificación se entremezclaron con esta tradición.

La tradición cartonera

A finales del siglo XIX, las figuras pasaron de hacerse con tela y paja a emplear papel y cartón. Esto sucedió gracias a que en la época se instaló la primera fábrica de papel en el país, ubicada en San Rafael, Estado de México. Fue así que los judas entraron a la incipiente cartonería mexicana. Precisamente, al formar parte de esta técnica popular, empezaron a adquirir características particulares de estas artesanías.

Por todo ello, en la actualidad los judas con forma de diablo son auténticos tesoros de la cartonería tradicional mexicana. Suelen ir desnudos y en su roja piel se pintan diversas figuras con motivos floreados y vegetales, así como vírgulas de múltiples colores. También se acostumbra vestirlos de catrín, de ladino o de charro, personajes populares que representan el poder y lo corrupto. A pesar de representar el mal y por ende poseer colmillos, garras y alas, también suelen tener actitudes burlonas y hasta ridículas. Estos rasgos reflejan la catarsis y crítica social a la que da lugar la «quema del Judas» a través del humor.

Para hacerlos, se usa una armazón de carrizo o de alambre. Si es del primer material, debe mojarse constantemente para que se torne flexible y pueda moldearse a la forma deseada. Después, se forra la carcaza con papel y cartón untados con engrudo. Tras dejar secar la figura, se pinta y se le dan los acabados necesarios. En algunas comunidades también se le colocan implementos de pirotecnia a fin de que truenen y destellen colores cuando se les queme.

Importancia de los judas con forma de diablo

Los judas con forma de diablo, al ser una de las costumbres artesanales más representativas de Semana Santa, se han vuelto un auténtico tesoro para coleccionistas y museos. Pintores como Diego Rivera llegaron a reunir un vasto catálogo, mientras que recintos como el Museo de Arte Popular resguarda judas diablescos que son auténticas obras maestras.

Junto a los alebrijes, el papel picado y las calaveras, los judas forman parte de los trabajos artesanales de varios estados. La Ciudad de México, el Estado de México, Puebla y Guanajuato son las entidades más destacadas en este rubro, ya que tienen maestros cartoneros que se han dedicado a esta labor por generaciones.

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Tomado de https://www.mexicodesconocido.com.mx/