Nueve flechas en el blanco

Nueve flechas en el blanco

“Este es el momento de la metanoia. Un mirarse a cierto espejo donde el alma ve todo aquello de lo que ha de desprenderse o librarse. Tal es el significado del ‘Conócete a ti mismo’, aquel antiguo aforismo griego inscrito en...Tomado de https://morfemacero.com/

Ta Megala

Fernando Solana Olivares

1.  El médico y psicólogo Maurice Nicoll asumió como eje de sus reflexiones sobre la vida y la conciencia una certeza ancestral existente en todas las tradiciones espirituales: el nivel de ser de una persona modela y construye su propia vida. En una carta escrita en 1941 insistió a su corresponsal en la idea de que la historia tanto colectiva como individual tiende a repetirse y que mientras no se produzca un cambio en esa circunstancia seguirá siendo la misma: “Todas las cosas se repiten en su propia vida: dice las mismas cosas, hace las mismas cosas, lamenta las mismas cosas. Y todo ello pertenece a la inmensamente profunda idea de que el nivel de ser atrae su vida”.

2. En los seres humanos siempre hay dos futuros, uno en el correr del tiempo y otro en un cambio de estado interior. Pero la gente vive una ilusión profundamente arraigada y condicionante: mañana será otro día y todo cambiará. Sin embargo, las personas y sus vidas no mejoran conforme envejecen, una armadura de carácter las va petrificando y la compulsión a repetir patrones conductuales, formas lingüísticas y pensamientos obsesivos se vuelve una característica incurable. De ahí que la gente nunca cambie y esa sea su calamidad. Nicoll señala previene el error conceptual de pensar la vida en términos de pasado, presente y futuro, de pensarla solamente en términos de tiempo y no de estado. Así el mañana siempre será igual al hoy. El futuro no reside únicamente en el tiempo sino en la conciencia, en el sí mismo de cada cual: “consiste en mudar de estado ahora, al darse cuenta de aquel en que uno se encuentra”. Los magos no cambian el mundo sino la manera de ver el mundo. Su secreto no radica en tratar de cambiar neuróticamente las circunstancias externas sino en un cambio personal que asuma los sucesos de la vida de una nueva manera. En otra mirada, que siempre significa otro lenguaje. O el silencio. 

3. En uno de sus análisis hermenéuticos sobre las parábolas evangélicas, para él no un compendio de reglas arbitrarias o preceptos morales sino un juego de mapas y orientaciones mentales, Nicoll explicó el significado psicológico del mirar o volver hacia atrás, contenido, entre otros, en el relato bíblico de la mujer de Lot, como una referencia de la esterilidad interior: “Las enfermedades o males que produce este retiro o regresión en el cuerpo-del-tiempo (la propia existencia) se debe a que el espíritu interno falla. Pues el espíritu ha de seguir luchando, ha de continuar, sean cuales fueren las dificultades externas”. Eres como eres, diría Don Juan, porque te dices a ti mismo que así eres. Por esa razón un maestro inusual pedía a sus alumnos fijarse en lo que se fijaban y a continuación fijarse en lo que no se fijaban. El mundo cotidiano se les revelaba distinto, enriquecido.

4. No es una amnesia ni una innovación constantes —patologías de la sociedad consumista— sino una discriminación entre la comprensión vieja y la nueva, un discernimiento entre el pasado idealizado, entre la mente literal detenida (Swedenborg diría: lo maternal) y las nuevas categorías para pensar de forma superior o más profunda la lucha entre la comprensión interna y la externa: “No significa un movimiento hacia ningún mañana. Es un movimiento hacia lo íntimo, hacia una experiencia más profunda, hacia una mayor integridad y pureza de visión, hacia una calidad y no una mera cantidad”. Tal es el cambio de estado. Siempre tiene que ver con el ahora, con el presente del presente que menciona san Agustín. Es el olvido consciente de los dos días que no existen: ayer y mañana.

5. En la cromática budista tibetana se enseña que el color granate del hábito protege a su portador del frío, que el color azafrán del ropaje interior lo resguarda del calor y que los ribetes azules de la vestimenta son un ojo de elefante que siempre mira hacia el frente, como los monjes deben hacer. En el ahora existe una constante, algo que no se muda. A eso Nicoll le llama “un espectador de sí mismo”, en relación con el cual las angustias temporales y los irritantes síquicos disminuyen, el mundo surge en su ambigüedad y se relativiza. La gente sólo piensa en el mundo sensorial y confunde su circunstancia con el transcurrir del tiempo creyendo que vive nada más en el mundo fenoménico. Ignora que la mera extensión de los días, su paso inevitable, no significa ninguna mutación personal, porque psicológicamente la persona permanece en la misma parte del mundo para el resto de sus días, continuará “pensando de la misma manera y obrando con la misma complacencia”. Como lo señala Cavafis en su poema La ciudad:

                […]

                No encontrarás otro país ni otras playas,

                te llevarás por doquier y a cuestas tu ciudad.

                Caminarás las mismas calles,

                envejecerás en los mismos suburbios,

                encanecerás en las mismas casas. 

                Siempre llegarás a esta ciudad:

                no esperes otra,

                no hay barco ni camino para ti.

                Al arruinar tu vida en esta parte de la tierra,

                la has destruido en todo el universo. 

6. La compulsión a repetir conductas síquicas y costumbres de vida se refiere, también, a la incapacidad para discernir entre el entendimiento, que es externo al ser, y la comprensión, que es un proceso interior. Las intrigas, los celos, las ambiciones de poder, la ansiedad, la subjetividad mental egolátrica y toda suerte de emociones negativas son simbolizadas como las espinas que ahogan la simiente. Por ello la sufriente corona del Cristo crucificado representa, según Nicoll, la condición mental de los seres humanos, narcisos ahogados en ellos mismos. La vanidad es una fuerza modeladora de la persona y la imaginación echa sus cimientos, construye sus quimeras, pone el candado y tira la llave de la cárcel de nuestro yo: “La vanidad se quiere mostrar. Todo su intento y su esfuerzo es mostrarse.” El antídoto, juego de opuestos, es su contrario: guardarse, recogerse, dar un paso lateral. 

7. La psicología de la transformación propia requiere la aceptación de un término que el moralismo dogmático ha explotado para su propio afán de poder: el arrepentimiento, la metanoia, cuyo sentido no es el de la confesión de los pecados ante un intermediario religioso y la penitenciamecánica subsiguiente, sino un cambio en la manera de pensar, una transformación de la mente. Es cuando adviene en la persona ese misterioso Reino de los Cielos que existe en su interior psíquico, no como un lugar metafísico sino como un estado concreto de la conciencia: “Se transforma todo el sentido de la vida y de cuanto a uno le ocurre; todas las tragedias, todo el secreto descontento, los pensamientos dolorosos y la sensación de fracaso, todo queda transformado”. 

8. Lo mismo sucede con la palabra Fe, que no significa creer dogmáticamente en la existencia de entidades divinas sino desarrollar otra clase de pensamiento. Afirma Nicoll que “la fe es necesaria para abrir aquella parte de la mente que los sentidos no pueden abrir”. No solamente es una convicción sobre la existencia de una dimensión de lo real interior y no visible sino una base mental para alcanzar otro mundo de relación y de valores. La acción socrática, una fe cognitiva, es un estado de continua atención en la cual la mayéutica socrática tiene por objeto desatar a los hombres de sí mismos, de sus opiniones prestadas, de su imaginación circular, de su creencia en que saben. Platón pone en boca de Sócrates que “todo mundo sufre y está enfermo de sí mismo, pero no puede advertirlo. […] Librar a los hombres de su ilusión de conocimiento es uno de los aspectos de la desatadura que libra el alma”.   

9. La transformación es la meta del ser humano. Ocurre mediante la comprensión y otorga sentido al estar en el mundo. Nicoll asevera que Dios es significado, pero que si dicho término, un campo semántico inagotable, perturba a la persona, entonces puede quedarse nada más con la palabra significado. Será suficiente para leer lo habitual de otro modo, mirar lo de siempre distinto cada vez. Platón, citado por el autor, advierte que el mejor remedio para la mezquindad del alma es convertirse en un espectador del Tiempo. Por eso su empleo analítico de las parábolas bíblicas como máquinas mentales y narrativas no literales (los símbolos contienen más de lo que muestran), transformadoras de significado. Un significado que siempre es psicológico, nunca físico. Son contados los seres humanos que se dan cuenta de su situación y “vuelven en sí”. Este es el momento de la metanoia. Un mirarse a cierto espejo donde el alma ve todo aquello de lo que ha desprenderse o librarse, y haciéndolo se termina y perfecciona. Tal es el significado del “Conócete a ti mismo”, aconsejado por Sócrates y enseñado por Nicoll, aquel antiguo aforismo griego inscrito en el templo de Apolo en el oráculo de Delfos.

Tomado de https://morfemacero.com/