Imágenes y sonidos es la sección de WARP en la que exploramos el vínculo entre lo visual y la música a través de análisis, anécdotas y datos. En esta entrega y aprovechando la efervescencia de los Juegos Olímpicos de Paris 2024 hablaremos de los músicos que curiosamente estuvieron cerca de ser deportistas profesionales, destinos que pudieron ser diferentes.
La relación del deporte con la música es muy cercana, y no nos cansamos de descubrir historias que se entrelazan a través de estas dos grandes disciplinas, curiosamente ambas hechas para un público masivo (en la mayoría de los casos). Aquí la preguntar principal es, ¿Nos hubiéramos perdido de grandes músicos, o nos perdimos de grandes deportistas? Nunca lo sabremos, lo que sí sabemos es lo que conocemos y que al final de la historia todas las personas tenemos un universo o amplio espectro de posibilidades.
Johnny Marr antes de convertirse en artista aspiraba a ser jugador de fútbol profesional, de hecho, el Nottingham Forest Football Club, ganador de la UEFA Champions League en dos ocasiones, le hizo una propuesta formal a Marr para que formara parte del plantel del equipo. Posteriormente fue a realizar varias pruebas con el Manchester City Football Club, equipo del cual es seguidor, pero sin obtener el éxito esperado. En una entrevista para la revista de fútbol inglés FourFourTwo, Marr dijo: “Era suficientemente bueno para el City, pero no me tomaron en cuenta porque probablemente era el único jugador que usaba delineador”. Estuvimos cerca de perdernos de un gran artista, finalmente el fútbol no le sonrió pero la música sí.
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El deporte y la música, son dos espectáculos que han estado unidos desde su nacimiento, una al lado de la otra como las formas más longevas de entretenimiento para el ser humano, así que te citamos otro caso curioso, como el de Bruce Dickinson. El aclamado e icónico líder de Iron Maden quién practicó esgrima hasta los 23 años. Para ese entonces, se dice que estaba rankeado en el número 7 en Gran Bretaña, una posición bastante competitiva, probablemente Gran Bretaña perdió algunas medallas olímpicas en esta disciplina, pero obtuvo un gran legado musical impactando de igul forma a nivel mundial.
La cantante y compositora británica, Anne Marie, comenzó su carrera en el karate a los 9 años, gracias a un amigo. Con el tiempo, y gracias a sus habilidades para el baile, descubrió que era buena en este arte marcial que al mismo tiempo le ayudaba como terapia para calmar sus nervios y su ansiedad. Fue tanto su empeño en dicha disciplina que a los 17 años, sin planearlo ni esperarlo, ganó 2 campeonatos nacionales en Inglaterra y 3 a nivel internacional. Sin duda pudo ser una importante karateca olímpica.
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Quizá otro caso mediático, es el del cantante español Julio Iglesias quien fue portero del Real Madrid B, sin embargo, un accidente terminó con su carrera deportiva y dio pie a su brillante carrera como cantante. Todo esto ocurría en el año de 1962, pero el cantante chocó contra unos arbustos en Majadahonda en un accidente de tráfico, situación que le mantuvo un tiempo en el hospital. Durante su estancia en él, los médicos le comunicaron que no volvería a caminar.
Lars Ulrich pasó de las raquetas a las baquetas, pues el baterista de Metallica viene de una familia de culto en el tenis de Dinamarca. En 1980 antes de que Lars se mudara de Conpenhage a California, él vivió muy de cerca la carrera de su padre Torben Ulrich.
Lars siguió los pasos de su padre en una cancha de tenis, y su nivel era lo suficientemente destacado para ser uno de los mejores juveniles de Dinamarca. Sin embargo, sus primeros raquetazos coincidieron también con la batería, la que aprendió a tocar a fines de los años 70. Fue así como su familia se mudó a Florida para inscribir a Lars en la academia de Nick Bollettieri en 1979, y al año siguiente a Newport Beach, California, donde disputaría su cupo en el equipo de tenis de la escuela de Corona del Mar, pero no lo consiguió.
Curiosamente el espíritu libre de Torben (padre), que también tocaba el clarinete y el saxofón, lo llevaban a pasar sus noches parisinas en clubes de jazz, y no era visto en Roland Garros por las mañanas, por lo cual siempre debían programarlo por la tarde. Su pasión por la música, combinada con la vida itinerante de un tenista, lo llevó a asistir a muchos conciertos. Cuando Torben aún era tenista, llevó a su hijo Lars a un concierto de Deep Purple, algo que definitivamente marcó la vida del ahora icónico baterista.
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Tomado de https://warp.la/
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