septiembre 15, 2025

Por qué debemos abandonar los términos ‘salvajes’ y ‘primitivos’ y otras reflexiones sobre el lenguaje colonial

¿Son apropiados los términos «salvajes» y «primitivos» en la antropología y en lenguaje coloquial? En este artículo te invitamos a reflexionar sobre su carga histórica y su impacto en la percepción de otros grupos sociales culturalmente diferenciados.


¿Alguna vez te has preguntado cómo se han referido los antropólogos a las sociedades que consideraban menos desarrolladas? En la búsqueda de entender y describir las diversas culturas del mundo, los antropólogos han utilizado una fascinante sucesión de términos a lo largo del tiempo. Desde «razas inferiores» hasta «sociedades analfabetas», pasando por «salvajes» y «sociedades simples», estos términos han sido utilizados para describir y categorizar a grupos humanos que se consideraban diferentes o inferiores en comparación con la cultura occidental.

Sin embargo, hoy en día, nos enfrentamos al desafío de reflexionar sobre la inadecuación de estos términos y reconocer que tienen una larga historia basada en el dominio colonial y eurocéntrico. La forma en que nos referimos a estos grupos sociales en nuestras investigaciones y discursos puede tener un impacto profundo en la percepción que tenemos de ellos y en las relaciones de poder que se establecen. Es fundamental adoptar una visión más inclusiva y respetuosa de la diversidad cultural, reconociendo la complejidad y riqueza de las sociedades estudiadas en antropología.

En esta nota, exploraremos cómo los antropólogos como Lewis Henry Morgan y Edward Burnett Tylor, entre otros, han utilizado diferentes términos a lo largo de la historia para referirse a las sociedades consideradas «primitivas». Analizaremos cómo estos términos han evolucionado y el contexto histórico y cultural en el que fueron utilizados. También reflexionaremos sobre la importancia de utilizar un lenguaje adecuado y reflexivo en la antropología contemporánea, con el objetivo de fomentar la comprensión, el respeto y la valoración de la diversidad cultural en nuestro mundo globalizado. ¡Prepárense para embarcarse en este fascinante viaje de reflexión antropológica!

El concepto de «primitivo» y su evolución en la antropología

En la teoría antropológica, la palabra «primitivo» se utilizó en una época en la que prevalecía la tendencia evolucionista que equiparaba a los pueblos fuera de la corriente de la cultura europea con los habitantes primitivos de la Tierra. Estos primeros seres humanos podrían considerarse legítimamente como «primitivos» en el sentido etimológico de la palabra. Sin embargo, no hay razón para considerar a ningún grupo contemporáneo como nuestros antepasados contemporáneos.

Con el tiempo, la palabra «primitivo» ha acumulado connotaciones que son más bien juicios de valor que descriptivas. Se dice que las culturas primitivas son simples, como las de los niños, ingenuas y poco complicadas. Se aceptó ampliamente la hipótesis de que los pueblos primitivos son incapaces de apreciar la realidad sin un proceso mental especial. Se llega a decir que las culturas primitivas son inferiores en calidad a las civilizaciones históricas, aplicándoles calificativos como «salvajes» «primitivos» o «bárbaros», basándose en una presunta secuencia evolutiva de «salvajismo» o «barbarie» y «civilización».

Relacionado:¿Se difunde o se inventa la cultura?: La polémica del difusionismo antropológico

Es importante señalar que en obras de antropología, palabras como «primitivos» o «salvajes» no tienen el mismo contenido que en obras de autores no antropólogos. Además, la palabra «bárbaro» no es ampliamente empleada por los antropólogos. En su lugar, se utiliza «primitivo» o «salvaje» para referirse a pueblos fuera de la corriente de cultura euroamericana y que no poseen lenguaje escrito. Sin embargo, se esperaba que se eliminaran todas las demás connotaciones y que ya no se utilizara para describir a civilizaciones tan diferentes como los pastores de renos siberianos o el Imperio Lunda en el Congo, más allá del hecho de carecer de escritura.

La visión evolucionista de lo «primitivo»: Morgan y Tylor en la antropología

El concepto de «primitivo» en la antropología ha sido objeto de debate y evolución a lo largo de la historia de la disciplina. Dos antropólogos influyentes que contribuyeron a la definición y uso del término son Lewis Henry Morgan y Edward Burnett Tylor.

Lewis Henry Morgan, un antropólogo estadounidense del siglo XIX, es conocido por su teoría de la evolución social. En su obra «La sociedad primitiva» (1877), Morgan clasificaba a las sociedades humanas en tres etapas: salvajismo, barbarie y civilización. Según su teoría, las sociedades primitivas eran aquellas en la etapa más temprana de la evolución social, caracterizadas por la ausencia de propiedad privada, la organización en clanes y la subsistencia a través de la caza, la pesca y la recolección. Morgan consideraba que estas sociedades eran inferiores en desarrollo en comparación con las sociedades civilizadas, y utilizaba el término «primitivo» para describir su estado supuestamente incipiente.

Edward Burnett Tylor, un antropólogo británico del siglo XIX, también contribuyó al concepto de lo «primitivo» en su obra «La cultura primitiva» (1871). Tylor desarrolló la teoría del animismo, que sostenía que las religiones primitivas eran formas tempranas de religión basadas en la creencia en espíritus y fuerzas sobrenaturales en la naturaleza. Tylor consideraba que estas religiones eran «primitivas» porque carecían de la complejidad y sofisticación de las religiones organizadas de las sociedades civilizadas.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que ambos antropólogos fueron influenciados por el pensamiento eurocéntrico de su época, que veía a las sociedades occidentales como superiores y a las sociedades no occidentales como «primitivas» o inferiores. Además, sus teorías han sido objeto de críticas posteriores por su enfoque evolucionista y simplista de las sociedades humanas.

Superando la etiqueta de «salvajes» y «primitivos»

Se han propuesto varias expresiones como alternativas al término «primitivos», pero ninguna ha encontrado plena aceptación en la antropología. Por ejemplo, la expresión «ahistóricos» implica que la ausencia de historia escrita equivale a la falta de historia por completo, lo cual no es cierto para ningún pueblo en la actualidad. «Pre-letrados» ha ganado cierta aceptación, pero se puede objetar que el prefijo «pre» tiene connotaciones temporales que sugieren una predicción de un estado futuro en el que estos pueblos inventarán la escritura.

Otra propuesta es el término «aletrados», que simplemente señala el hecho de que estos pueblos no tienen lenguaje escrito. A veces se confunde con «iletrados», pero esta palabra lleva consigo una connotación de inferioridad en términos de capacidad u oportunidad, o incluso ambas. «Aletrado», en cambio, es una expresión neutra que tiene un significado unívoco y es aplicable a los datos que se intentan describir, por lo que algunos antropólogos lo prefieren (Herskovits, 1969: 85, 86, 89).

Es importante reconsiderar y replantear los términos que se utilizan en antropología para evitar juicios de valor y simplificaciones erróneas sobre las culturas consideradas «salvajes», pueblos «primitivos» o sin escritura. Estos pueblos poseen riqueza cultural, historia y complejidad en su propio contexto, y no deben ser subestimados o juzgados en comparación con las civilizaciones con escritura. La elección de un lenguaje preciso y libre de connotaciones peyorativas es esencial para una comprensión adecuada y respetuosa de la diversidad cultural en el campo de la antropología.

El mito de la simplicidad

Las sociedades que a menudo se etiquetan como «primitivas» en realidad no son simples o primitivas en el sentido de estar en una etapa temprana de desarrollo o de haberse detenido en un estado incipiente. Estas sociedades han encontrado maneras adecuadas de enfrentar los desafíos de la supervivencia, de lo contrario habrían desaparecido. Sus fundamentos y manifestaciones son complejos y altamente diferenciados, lo cual solo puede ser comprendido a través de una comprensión profunda de su contexto cultural y histórico (Briceño, 1966:23-24).

Por ejemplo, algunas sociedades consideradas «primitivas» por algunos estudiosos, como las tribus cazadoras y recolectoras de África o los pueblos indígenas de América del Sur, tienen sistemas sociales y culturales altamente desarrollados y sofisticados. Sus formas de organización social, sistemas de parentesco, sistemas de creencias y conocimientos sobre el medio ambiente son intrincados y bien adaptados a sus entornos. Además, estas sociedades a menudo muestran una gran habilidad en la utilización de los recursos naturales disponibles y en la adaptación a condiciones cambiantes del medio ambiente.

Otro ejemplo son las sociedades que no tienen una forma escrita de lenguaje, como algunas tribus indígenas de Papua Nueva Guinea o comunidades aborígenes de Australia. Aunque no tengan escritura, estas sociedades han desarrollado sistemas complejos de transmisión oral del conocimiento, como mitos, leyendas, canciones y rituales, que les permiten preservar su historia, cultura y tradiciones de generación en generación. Estos sistemas de conocimiento oral a menudo son altamente sofisticados y demuestran una profunda comprensión del entorno natural y social en el que viven.

Estos ejemplos ilustran que el término «primitivos» es inapropiado y simplista para describir a estas sociedades, ya que no refleja su complejidad, sofisticación cultural y adaptación al entorno. Es importante reconocer que todas las culturas, independientemente de si tienen o no una historia escrita, tienen sus propias formas valiosas de conocimiento, sabiduría y organización social.

Superando el uso de términos peyorativos en antropología

La sucesión de términos utilizados por los antropólogos para referirse a los pueblos estudiados ha sido fascinante. Desde «razas inferiores» propuesto por Lubbock, pasando por «salvajes» de Malinowski, «sociedades analfabetas» de Radcliffe-Brown, «sociedades simples» de Evans Pritchard, hasta «otras culturas» de Beattie, ha habido una evolución en la terminología utilizada. Sin embargo, muchos de estos términos han sido cargados de valor y connotaciones negativas. Es por esto que en la actualidad, la mayoría de los antropólogos evitan cuidadosamente términos como «primitivos» o «salvajes», como prueba de que estos términos eran utilizados para expresar la creencia en la superioridad total de la civilización occidental sobre otras culturas, de una forma progresivamente más ambigua.

Estos términos peyorativos implicaban que los pueblos estudiados no eran considerados seres humanos completos, lo que justificaba el dominio sobre ellos, el tratarlos como objetos, la destrucción, modificación, explotación e incluso el estudio de ellos sin su pleno consentimiento (Llobera, 1975:374). Es importante reconocer que el uso de términos despectivos en la antropología ha sido objeto de crítica y reflexión, y se ha buscado adoptar un enfoque más respetuoso y libre de connotaciones negativas al referirse a las culturas y sociedades estudiadas.

Conscientes de esta problemática, la mayoría de los antropólogos actuales evitan cuidadosamente el uso de términos como «primitivos» o «salvajes», y prefieren términos más neutros y respetuosos, como «otras culturas», «sociedades lingüísticamente diferenciadas» o «sociedades culturalmente diferenciadas». El uso de términos más adecuados y libres de connotaciones etnocéntricas es una muestra del progreso en la disciplina antropológica, que busca un enfoque más objetivo y respetuoso hacia las sociedades y culturas estudiadas.

Es importante reflexionar sobre la forma en que nos referimos a los grupos sociales que consideramos inferiores, ya que estos términos inadecuados tienen una larga historia basada en el dominio colonial y eurocéntrico. Invitamos a cuestionar y adoptar una visión más inclusiva y respetuosa de la diversidad cultural, reconociendo la complejidad y riqueza de las sociedades estudiadas en antropología.

Tomado de http://Notaantrpologica.com/