Su ensayo ‘Trans’, que ha vendido más de 30.000 copias en Inglaterra en pocos meses, aborda con claridad y didactismo los temas más delicados y polémicos, como la disforia de género en niños y adolescentes o el arrepentimiento de algunas personas que deciden transicionar
Tiene sólo 33 años, pero hace tiempo que Shon Faye se convirtió en la escritora trans más leída e influyente de las últimas décadas. Su ensayo Trans. Un alegato por un mundo más justo y más libre (Blackie Books) ha vendido más de 30.000 copias en Reino Unido y llega ahora a las librerías españolas traducido por la activista trans Rosa María García. En él Faye hace una férrea defensa de la educación y la sanidad públicas para mejorar las vidas de las personas trans en Inglaterra.
- La primera frase del libro es: «La liberación de las personas trans mejoraría las vidas de todo el mundo en nuestra sociedad». ¿Cómo?
- En los últimos años, sobre todo en Inglaterra, ha habido mucha controversia acerca de la cuestión trans. La mayoría de la población ve como un desafío el acomodar a las personas trans a la vida normal. Yo quería darle la vuelta a ese argumento: las personas trans son las que más marginación y discriminación sufren y lo que necesitan para cambiar eso y que la sociedad sea más justa e igualitaria son cosas que benefician a todos. Por ejemplo: el acceso a una sanidad trans está estrechamente relacionado con la autonomía sobre el propio cuerpo, que es algo que tiene mucho que ver con las políticas de salud sexual y reproductiva. El derecho a caminar por la calle sin ser víctima del acoso también beneficiaría a los gays y a cualquier persona no binaria. Y la lucha contra el bullying en las escuelas es algo importante no sólo para los trans, sino para cualquiera que sea diferente. Las herramientas para conseguir que las vidas de los trans sean más libres tendrían un efecto sobre las vidas de muchos otros y harían una sociedad más libre y justa, con menos discriminación.
- ¿Por qué la gente tiene tanto miedo de lo diferente?
- La discriminación se basa en el miedo. Ahora sabemos que los niños no nacen con prejuicios, sino que los adquieren, probablemente a una edad más temprana de lo que nos gustaría admitir. Desde pequeños aprendemos a temer lo que no conocemos. Y en el caso de la población trans, es una minoría tan pequeña que la mayoría nunca conocerá personalmente a alguien trans. Por eso resulta tan fácil propagar mitos dañinos, tropos e información falsa que hacen que la gente tenga miedo. La respuesta al miedo siempre es la amenaza, porque piensas que de ese modo estás protegiendo a tu familia y tu comunidad. Es algo que ha pasado desde los tiempos en los que los viajeros extranjeros llegaban a Roma, es así como funcionaba el antisemitismo, y en los 80 y 90 la comunidad gay experimentó lo mismo durante la crisis del sida. El ciclo de prejuicios se repite una y otra vez.
- En el libro habla de la visibilidad trans y de cómo ésta ha pasado de no existir a ser totalmente desproporcionada. El porcentaje de población trans es de un 0,6 % y, sin embargo, en los medios británicos se habla del tema casi cada día. ¿Desearía que se hablara menos del tema?
- La prensa inglesa está obsesionada con lo trans. ¡Cada día hablan sobre lo trans más que yo, que lo soy y me dedico a escribir sobre ello! Somos una minoría muy pequeña y aunque tengamos unas necesidades por las que luchar, nuestro efecto es muy limitado. Lo único que queremos es llevar una vida normal. El foco es desproporcionado y desfigura la realidad, azuzando los miedos y la ansiedad que generan los temas relacionados con el género y el sexo. La visibilidad es necesaria y puede ser positiva. Yo tengo o 33 años y crecí sin referentes, no había personas trans en la tele, las películas ni los libros que leía, y eso es difícil. El problema es que la visibilidad casi siempre está en manos de personas que no son trans y eso puede hacer que se vuelva tóxica, que se nos explote, que sea una distracción de los temas verdaderamente importantes como el bullying, la pobreza, el paro, la violencia o la salud mental. En vez de eso se habla de los lavabos y de los vestuarios que deberían usar las personas trans, y no hay demasiada evidencia de que existan problemas reales ahí.
- Una parte de la narrativa actual trata a la comunidad trans como trolls o los nuevos matones de Twitter, ¿qué opina sobre ello?
- Las redes sociales son como el salvaje oeste, un territorio sin ley donde la gente no se comporta igual que en la vida real. Hay personas que están muy enfadadas y pueden llegar a ser muy violentas en las redes, y me refiero a todo tipo de personas, ahí incluyo tanto a personas trans como a las que no lo son. En mi opinión, caracterizar a las personas trans como matones es un mecanismo muy astuto para encuadrar ahí a gente que en la vida real no tiene poder. En Reino Unido no hay políticos trans ni jueces trans y ningún gran editor o periodista es trans. Durante mucho tiempo, los medios han retratado a las personas trans como han querido, los han ridiculizado y han contado mentiras sobre ellos. Pero eso ha cambiado en los últimos 15 años. Ahora cuando escribes un artículo o un tweet, alguien puede contestar y decir que eso que has dicho no le parece bien. Yo misma a veces me enfado mucho cuando leo mentiras o historias que nos hacen daño. Y para los que estaban acostumbrados a dar su opinión sin réplica desde hace 30 años, eso es duro, les aterra. Es mucho más fácil simplificar y decir que los trans son unos matones.
- ¿Qué le parecen las políticas de identidad y que se las culpe del fracaso de la izquierda?
- No es ninguna sorpresa, la izquierda llevo haciendo eso toda la vida. En los 70 las feministas radicales se apartaron de la izquierda porque sus líderes les dijeron: primero la revolución y luego ya nos ocuparemos de la igualdad. En los 80 pasó lo mismo con la lucha de los derechos de los homosexuales, se veía como algo burgués y la prioridad, decían, era la lucha de clases. Ahora pasa lo mismo con las minorías, somos una distracción. La izquierda debe trazar alianzas con otros grupos: no te vale solo con el voto del trabajador blanco cisgénero y heterosexual para ganar, necesitas a las mujeres, los gays y también a los trans, a todo el movimiento LGTBI. Al final, lo que quiere la mayoría de la población cuando va a votar es que sus hijos tengan un futuro mejor: mejores escuelas y hospitales. Y eso es por lo que abogo en el libro, por fortalecer lo público. ¿Es eso una distracción?
- ¿Cuáles son los errores más frecuentes que se cometen al hablar sobre las personas trans? En el libro menciona la expresión «haber nacido en un cuerpo equivocado».
- Hace unas décadas se popularizó esa metáfora para que la gente entendiera cómo se sienten las personas trans. Pero hace que suene más simple de lo que es, no expresa la complejidad del asunto. El error más frecuente de la gente cisgénero es pensar que todas las personas trans pasan por lo mismo, cuando la experiencia de disforia de género depende de cada individuo. Cuando dices que has «nacido en un cuerpo equivocado» corres el riesgo de que la gente se lo tome literalmente, y no tardará en aparecer una feminista que te diga: es imposible, es tu cuerpo, así que no puede estar «equivocado», no hay nada malo en él. Y en cierto modo eso es verdad, pero lo que está intentando decirte esa persona trans es que no se siente cómoda con la manera en la que la sociedad trata a ese cuerpo. No se trata de tener un cerebro femenino dentro de un cuerpo masculino, es algo más complicado.
- Hay casos de personas que se arrepienten de haber transicionado, ¿cómo tratarlos?
- Sabemos que las personas que se arrepienten de una transición son muy pocas, el porcentaje es inferior a las mujeres que se arrepienten de haber abortado, pero es curioso cómo se explota de forma muy similar. Siempre vas a encontrar a alguien que diga que abortar arruinó su vida y que ojalá hubiera tenido a su hijo, y es eso algo que los conservadores exprimieron muy bien en Irlanda en 2018, cuando se votó el referéndum. Evidentemente, quien se arrepienta tiene todo el derecho a sentirse así y es una pena. Pero eso implica aprovecharse de ciertos sentimientos. Y no puedes limitar el derecho a decidir y restringir la autonomía de todas las mujeres sobre su cuerpo por un caso. Dicho esto, la mayoría de la gente que decide dejar de transicionar lo hace por motivos de discriminación: porque ha perdido su trabajo, porque su familia y sus amigos les han dejado de hablar y se quedan solos… muchas veces el proceso resulta demasiado duro y no lo soportan. Lo cual no significa que volver al género que les fue asignado al nacer les haga más felices y que no sigan enfrentándose cada día a la disforia. Ser una persona trans no es fácil. También creo que deberíamos ser más comprensivos con las personas que se arrepienten. Muchas veces el mensaje es: oh, has arruinado tu vida y tu cuerpo para siempre. Todos deberíamos ser un poco más flexibles. Sería todo más saludable.
- En el libro aborda uno de los temas que más polémica genera, el de la disforia de género en la infancia, ¿se cuentan muchas mentiras?
- En Inglaterra no se practica la cirugía de cambio de sexo a nadie por debajo de los 18 años. Lo único que puedes hacer hasta la mayoría de edad es tomar bloqueadores de la pubertad y si decides dejar de tomarlos, tu cuerpo volverá a ser el mismo que antes. El número es muy bajo, hay menos de un centenar de niños tomando bloqueadores en Inglaterra, donde hay 12 millones de menores. En realidad, el número de niños y adolescentes que está sufriendo al experimentar disforia de género debe ser muchísimo más alto. Medicar a un menor es una decisión muy importante, por eso creo que es difícil hacer reglas que sirvan para todos, hay que analizar caso por caso. Cada niño y adolescente es distinto. No todos quieren lo mismo y no todos querrán tomar bloqueadores, lo importante es que todos deberían recibir apoyo psicológico y protección frente a los matones en el colegio o el instituto. En cambio, a los medios les encanta esparcir el pánico y contar mentiras sobre niños que se someten a cirugías.
- También ha sufrido intentos de pinkwashing, ¿se ha sentido usada alguna vez?
- Todo el rato. Hace poco una compañía aérea me ofreció protagonizar un anuncio para televisión, querían que yo fuera «el rostro de la Inglaterra moderna». Pero investigué y descubrí que esa aerolínea es la misma que deporta a los refugiados LGTBI para el gobierno, la que coge a los inmigrantes gays y trans, los mete en un avión y los devuelve a sus países de origen. Les dije que no, porque claramente querían usarme. Todas las empresas y los partidos políticos quieren parecer progresistas haciendo el mínimo. Sobre todo en verano, cuando se acerca el Orgullo. En Inglaterra los laboristas son especialistas en cambiar de opinión: van de progresistas cuando ven que lo trans es popular, pero desaparecen en cuanto necesitan los votos de los tories. Lo más sano es sospechar siempre que alguien se acerca a pedirte algo.
- Hace años unas TERF iniciaron una petición en Change.org para impedir su participación en un festival feminista. ¿Por qué el feminismo es tan tránsfobo en Inglaterra?
- En los 70, muchas feministas se escindieron de la izquierda, se radicalizaron y se centraron en la idea de que el hombre es el gran opresor de la mujer. De ahí surgieron las lesbianas separatistas, que querían vivir sin hombres, e incluso mujeres que abandonaron sus relaciones de pareja porque era dormir con el enemigo. En esos círculos en los 70 y los 80 empezó a correr la teoría de que las mujeres trans era hombres intentando empotrarse en el movimiento feminista y que no eran más que hombres con sus privilegios que además resultaban ser unos impostores. Algunas de esas ideas han llegado hasta hoy. Eso se combina con que en Inglaterra hay partes de la sociedad que son muy conservadoras y piensan que las personas trans somos básicamente unos pervertidos, es un sentimiento parecido a la homofobia de los 80. En el movimiento feminista también hay muchas supervivientes de abuso y violencia, mujeres que han sido heridas profundamente por hombres. Y siendo realistas, ese es un aspecto en el que no hemos mejorado. El feminismo ha hecho mucho por avanzar en el trabajo, pero no tanto en el ámbito de la violencia doméstica. Con la austeridad y los recortes, muchos programas de protección y apoyo a la mujer han desaparecido. Creo que hay muchas mujeres enfadadas porque las cosas no han mejorado para ellas en la última década, sigue habiendo mucha misoginia en la sociedad. Echarle la culpa a la comunidad trans es más fácil que enfadarse con los hombres o el gobierno.
- En el libro cita a famosos tránsfobos como Piers Morgan, Ricky Gervais o J. K. Rowling, que ha recibido amenazas muy serias, ¿cuál es su opinión sobre ella?
- Cuando tienes una plataforma tan enorme como J. K. Rowling es normal recibir una reacción gigantesca a tus opiniones. En esa reacción probablemente se mezclarán los comentarios abusivos con la crítica legítima, y a veces es fácil confundirlos. No hay nada que excuse las amenazas de violencia y los comentarios abusivos, son inaceptables. Leí con atención el ensayo que publicó en junio 2020 en su página web sobre las personas trans. En él explicaba que había sufrido violencia doméstica y sexual por parte de su ex pareja y que eso la había llevado a una vida con episodios de ansiedad, y creo que eso la relaciona con lo que hablábamos antes: las mujeres cis y las mujeres trans son las principales víctimas de la violencia ejercida por hombres. Y eso es algo que J. K. Rowling y las mujeres trans tienen en común: el riesgo viene del mismo sitio.
- ¿En qué no está de acuerdo con ella?
- En cómo usa ese ejemplo para explicar la ansiedad que le provoca que mujeres trans puedan acudir a los mismos servicios sociales. El problema es que ella cree que al hacer eso está defendiendo a las mujeres cis y a los niños, pero lo que está haciendo es defender la discriminación. Y es una pena. No entiendo por qué no aprovecha un altavoz como el suyo para, por ejemplo, pedir más fondos para las mujeres maltratadas. En el ensayo habla de la moda que empuja a las mujeres jóvenes a transicionar y de que si ella hubiese nacido 30 años más tarde se lo hubiese planteado porque era una chica a la que le gustaban los libros y las cosas de chicos. Creo que ahí hay un malentendido grave. Ser trans no es que te gusten las cosas masculinas o sentirte tomboy, una chica poco femenina, es algo más profundo. J. K. Rowling es una mujer inteligente pero desinformada, con una experiencia personal muy desagradable y lo que eso ha acabado produciendo es una reacción totalmente equivocada. No creo que su intención sea hacer daño a la comunidad trans, pero ha llegado a un punto en el que no escucha. Una mujer trans no es lo mismo que un marido abusivo, y un hombre joven trans no es lo mismo que una chica que se siente poco femenina. Es una pena que ella haya llegado a este punto porque la comunidad trans y J. K. Rowling tienen muchas cosas en común.
#ExpresionSonoraNoticias Tomado de http://estaticos.elmundo.es/elmundo/rss/cultura
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