septiembre 14, 2025

El CIDE marcha ante la ausencia de dirección

Periodista mexicano especializado en asuntos internacionales

Nunca se había presentado un conflicto en el CIDE como el que actualmente enfrenta. Después de 47 años de existencia, esta institución que predica ser “un centro de investigación y educación superior especializado en ciencias sociales, orientado por estándares internacionales de calidad y financiado con recursos públicos”, se encuentra en crisis por intereses varios que busca imponer la decimocuarta directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla Roces.

No obstante, la Dra. Álvarez-Buylla se pierde en su propio laberinto. Día a día se aleja de la comunidad de alumnos y profesores, quienes suman respaldo nacional e internacional, y se bifurca entre los intereses políticos de la 4T y los de su grupo particular.

Aún no se da cuenta que, en un Estado como el mexicano, las universidades y centros de investigación bien amalgamados, acuñan más convicciones y capacidad de movilización que cualquier político, incluido el presidente. Juega con fuego al comandar medidas, propias e impuestas, que contrarían el espíritu académico en una democracia en marcha.

La fuerza estudiantil es capaz de hacer frente a cualquier amenaza que navegue en contra de su autonomía, gratuidad y libertad de cátedra y expresión. El presidente Andrés Manuel López Obrador lo dejó claro, al menos en el discurso, en la mañanera del lunes, al decir que él no está metido en ese conflicto y que ni siquiera conoce al director impuesto, José Antonio Romero Tellaeche.

Lo más que ha logrado liderar fue un ineficiente diálogo virtual el pasado 8 de diciembre. Según el comunicado institucional, se reunieron con “decenas de estudiantes” a través de varias “videoconferencias escalonadas”. Paralelamente, ese mismo día hacían pública una carta los intelectuales y académicos Jean-Marie Gustave Le Clézio, premio Nobel de Literatura 2008, James Heckman, premio Nobel de Economía 2000, y otros destacados investigadores extranjeros, en referencia a las sinrazones de los directivos del Conacyt, donde reflexionan que los gobiernos no pueden controlar a las instituciones educativas con fines políticos, y piden se abran mesas de diálogo para que la comunidad académica sea escuchada.

Álvarez-Buylla, sin motivos comprensibles, más bien con generalidades que demuestran miedo o impotencia, ha desechado dialogar con estudiantes y profesores, rompiendo sistemáticamente las reuniones con frases del tipo “debido a las condiciones inaceptables que pretenden imponer algunos miembros de la comunidad”. Por supuesto, nunca aclara a qué condiciones se refiere; al contrario, pareciera que sólo busca sentarse con una comunidad a modo, sin medios y en lo oscurito.

Arrinconada en su soberbia con argumentos de artificio, como el de suponer que la comunidad académica trató de imponer una “mesa que parecía tener fines mediáticos”, éstos no hacen más que evidenciar su deshonestidad.

Los estudiantes sí quieren a los medios presentes, pero también regresar a clases, mediatizarlo es normal, lo que no, es su renuencia a dialogar de frente y de forma transparente… benditas redes sociales, que dilucidan los trasfondos de los temas de interés público.

Además, ahora busca politizar el conflicto con supuestos, sin fundamentos ni evidencias sobre la participación de “destacados miembros de asociaciones como Mexicanos contra la Corrupción” dentro del movimiento estudiantil. Otro autosabotaje que le traerá resultados adversos si no vira a la aceptación de las demandas que exige la comunidad académica y cambia la estrategia consistente en abrir bien los oídos y elegir una buena silla.

La unanimidad por parte de los disconformes, que crece cada vez más con respaldos de maestros y estudiantes de otras instituciones académicas como la UNAM, la UAM, el Tec de Monterrey, la UDLA de Puebla o la Universidad de Columbia en Estados Unidos, se ha intensificado y ya piden como parte esencial para retomar los equilibrios, la destitución de José Antonio Romero Tellaeche. Sin esta sustancial aceptación a la demanda, difícilmente se podrá resarcir el conflicto.

El tiempo se convierte en un actor primordial en las soluciones, aunque mientras más transcurra, las mesas de negociación se transmutarán en marchas donde los líderes pedirán negociar ya no con la Dra. Álvarez-Buylla, sino con sus superiores.

Tomado de https://www.elfinanciero.com.mx/feed