El supermercado es una lugar de mercado vital para la sociedad urbana contemporánea, tan es así que en esta pandemia acudir al supermercado era de las pocas actividades permitidas.
Este contenido tiene enlaces de afiliados. Cuando compra a través de estos enlaces, podemos ganar una comisión de afiliado.
El supermercado ha influido en nuestra forma de consumir desde su creación en la década de 1930, dando lugar a cambios significativos en nuestra cultura.
El concepto de supermercado, así como su colosal hermano menor, el hipermercado, se encuentran en su apogeo. Nuestro espacio socio-geográfico ha estado influenciado por él durante décadas.
Los dejamos con una modesta antología filosófica con cinco visiones diferentes sobre cómo comprender mejor las repercusiones y contradicciones de este método de consumo que se encuentra en constante cambio.
Jean Baudrillard: la convergencia de flujos
La irrupción del modelo de supermercado acompaña, para Guy Debord, a un gran movimiento de disolución, vaporización del tejido urbano, que se reorganiza en torno a los grandes templos del consumo.
“El momento presente ya es uno de la autodestrucción del entorno urbano. La ruptura de las ciudades en el campo cubiertas de “masas sin forma de residuos urbanos” (Lewis Mumford) está, de manera inmediata, presidida por los imperativos del consumo. La dictadura del automóvil, producto piloto de la primera fase de abundancia del mercado, ha formado parte del campo con el dominio de la autopista, que disloca los viejos centros y ordena una dispersión cada vez mayor.
Al mismo tiempo, los momentos de reorganización inconclusa del tejido urbano se polarizan temporalmente en torno a las “fábricas de distribución” que son los supermercados gigantes construidos en terreno desnudo, sobre una base de estacionamiento; y estos templos de consumo precipitado están ellos mismos en fuga en el movimiento centrífugo, lo que los repele ya que a su vez se convierten en centros secundarios sobrecargados, porque han provocado una recomposición parcial de la aglomeración. Pero la organización técnica del consumo está solo a la vanguardia de la disolución general que ha llevado a la ciudad a consumirse a sí misma”.
Henri Lefebvre: la colonización de la vida cotidiana
“La vida cotidiana reemplaza a los asentamientos. Incapaces de mantener el viejo imperialismo, buscando nuevos instrumentos de dominación y además habiendo decidido apostar por el mercado interno, los líderes capitalistas tratan lo cotidiano como alguna vez trataron a los territorios colonizados: vastos mostradores (supermercados y centros comerciales) – predominio absoluto del intercambio sobre el uso – doble explotación de los dominados como productores y como consumidores.
Más historias
Todo lo que necesitas saber sobre LUM, la mayor experiencia sensorial inmersiva en CDMX
La venta de vinilos supera la de CDs por segundo año consecutivo
La quema de Judas, tradición arraigada en la semana santa mexicana – México Desconocido